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Productividad o decadencia: decisión para Colombia

hace 5 horas
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  • Productividad o decadencia: decisión para Colombia

Por José Manuel Restrepo Abondano* - Jrestrep@gmail.com

Colombia está entrando en un punto de inflexión. El país crece poco, ahora menos, y lo poco que crece lo hace por sumar más personas al mercado laboral, no porque cada una produzca más. Pero ese modelo se está agotando: la natalidad cae, la población envejece y la migración, aunque positiva, como la venezolana, decrece y no basta para compensar la menor fuerza de trabajo. Nuestro bono demográfico que ha impulsado el crecimiento desaparecerá más pronto.

Coinciden en esto recientes estudios de McKinsey y CEPAL que concluyen que: las economías avanzadas crecen gracias a aumentos de productividad, no a más trabajadores. En uno de esos estudios, Latinoamérica ocupa el último lugar del mundo en avances en productividad, con la honrosa excepción de Costa Rica.

Para Colombia, la estimación es que su PIB per cápita, que en 2016 equivalía al 89 % del promedio global, cayó al 70 % en 2024. Como dijo el exministro Carrasquilla, “la productividad es el bien más escaso” de Colombia. Nuestra Productividad Total de los Factores casi no aporta al crecimiento, mientras que la informalidad ronda el 56 % del empleo y la brecha tecnológica con los países de la OCDE sigue ampliándose. Trabajamos más, pero producimos poco. CEPAL es más acido: nuestra “trampa de baja capacidad para crecer” combina baja inversión en innovación, brechas tecnológicas profundas, débil articulación entre estado y empresa, y una estructura empresarial donde priman microempresas sin escala ni capital humano especializado.

La consecuencia es un país, que cada año retrocede en sofisticación productiva. Dada la nueva realidad demográfica, nuestra única y última oportunidad es aumentar la productividad.

Lograr esto es hacer todo lo contrario a lo que hemos vivido en estos años. No menos sino mucha más inversión con relación al PIB, con no menos sino más confianza y certidumbre (regulación más simples, cero corrupción, mercados financieros profundos e innovadores y estabilidad macroeconómica). Cerrar la brecha tecnológica con el mundo en tecnologías de cuarta revolución industrial (motivando los pagos digitales y no cobrándoles impuestos para hacerlos inviables). Revisar las políticas de retiro y motivar “economías plateadas” que junto con una política de reskilling aprovechen ese talento. Aprovechar la ola de servicios “offshoring” basados en conocimiento de talla mundial formando talento local (no marchitando el ICETEX que facilita esa educación). Integrarnos más activamente a cadenas globales de valor y reducir los costos de energía, incentivando nuevas inversiones en energías limpias o innovación tecnológica energética (no interviniendo precios y mercados energéticos para desmotivar esa inversión).

De no actuar bien, Colombia enfrentará un costo altísimo: menor crecimiento potencial (del 3% a 1,5 % anual), aumento de la pobreza y la desigualdad, y menos recursos fiscales para programas sociales. En cambio, si cada trabajador produjera solo 1 % más al año, el PIB sería cerca de 15 % mayor en una década. Corea del Sur lo logró en 30 años; Irlanda en 25. Ambos se apostaron por lo anterior.

Para los candidatos presidenciales y al congreso, esta debe ser la gran causa nacional: hacer de la productividad el nuevo pacto de progreso. De no hacerlo, condenaremos al país a nuevas décadas perdidas. La elección debe ser clara: productividad o decadencia.

*Rector Universidad EIA

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