Hay gestos que trascienden el resultado de un partido y quedan grabados en la memoria colectiva. Así lo demostraron los futbolistas colombianos Miguel Ángel Borja y Kevin Viveros, quienes el pasado 24 de noviembre regresaron a sus lugares de origen no solo para reencontrarse con sus familias en Navidad, sino para devolverle a sus comunidades parte de lo que la vida y el fútbol les han dado. No volvieron con las manos vacías, y entre sonrisas, abrazos y gratitud, muchos pobladores los definieron con una frase que resume el sentir popular: “Son hombres de Dios”.
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Borja, delantero de River Plate de Argentina y quien suena como posible refuerzo del Cruz Azul de México, regresó al barrio Escolar de Tierralta, Córdoba, el mismo que lo vio crecer. En medio de filas de niños y niñas, el goleador repartió regalos, pero también dejó escenas cargadas de simbolismo. Desde su vehículo sacó una pelota y, antes de entregarla, puso a prueba a un niño que lo miraba con ilusión. “Contrólala bien”, le dijo. El pequeño respondió con técnica: pecho, muslo y control limpio. “Uy, salió fino”, se escuchó entre los presentes. Borja, sorprendido, chocó la mano con el menor, lo abrazó y siguió su recorrido entre aplausos y sonrisas.
“Los llevo en mi corazón. Siempre me acuerdo de ellos, son mi inspiración y por ellos lucho y me esfuerzo para que se sientan orgullosos de mí”, expresó Borja, visiblemente emocionado, al recorrer las calles que lo acompañaron en su camino al profesionalismo. Confesó que se le erizaba la piel al volver a ese lugar donde nació su sueño.
Viveros, un regreso feliz a Buenaventura
La historia de Kevin Viveros también estuvo marcada por la emoción. El año pasado, cuando militaba en Atlético Nacional, regresar a Buenaventura era difícil debido a la compleja situación de orden público que atravesaba la ciudad. Entre lágrimas, como lo registró este diario en su momento, el delantero confesó cuánto extrañaba a su familia y cómo esa distancia se convirtió en motor para luchar por un mejor futuro. Hoy, ya como jugador del Athletico Paranaense de Brasil, el reencuentro fue posible.
En su regreso, Viveros, de 25 años, caminó por calles destapadas repartiendo regalos a niños y mercados a familias del corregimiento de Dagua, en el Valle del Cauca, una zona golpeada recientemente por las fuertes lluvias y las alertas de inundación. “Jamás olvido de dónde vengo. Muy feliz de volver a mi tierrita que me vio crecer y poder ayudar a mi gente querida, mi gente de Buenaventura”, escribió el futbolista.
Las reacciones no tardaron en llegar. “Bendecido para bendecir. Este gesto mi gran Dios te lo multiplicará. Respeto y admiración”, fue uno de los muchos mensajes que inundaron sus redes sociales. Borja y Viveros, dos futbolistas, dos regresos y una misma convicción: el verdadero triunfo también se celebra compartiendo.
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