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Apuntes sobre el Área Metropolitana de Oriente

Si Rionegro logra sumar en lugar de imponer, los demás municipios verán en esta figura una oportunidad, no una amenaza a su autonomía.

hace 21 horas
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  • Apuntes sobre el Área Metropolitana de Oriente

Por Daniel Duque Velásquez - @danielduquev

El próximo 9 de noviembre los habitantes de ocho municipios del Valle de San Nicolás tomarán una decisión histórica: definir si se crea o no el Área Metropolitana del Oriente. No se trata de una consulta menor. El Oriente dejó de ser un territorio rural y disperso para convertirse, en cuestión de dos décadas, en la segunda gran urbe de Antioquia. La población crece a un ritmo acelerado, la urbanización se expande sin mayor planeación, la movilidad se satura cada día más, la contaminación aumenta y los problemas sociales se sienten cada vez más. Lo que ocurre en el Valle de Aburrá repercute en San Nicolás y viceversa.

Por eso se requiere un esquema de integración territorial. El área metropolitana no es un capricho, es una herramienta para planificar de manera ordenada el territorio y atender juntos los desafíos que no reconocen fronteras municipales. El crecimiento de la población, la presión inmobiliaria, el aumento del tráfico y la transformación de la ruralidad ya no pueden enfrentarse con soluciones aisladas. Se requiere una visión regional que garantice sostenibilidad ambiental, equidad social y calidad de vida.

Ahora bien, no basta con votar “sí”. El éxito de esta figura dependerá de su aplicación concreta, de la manera como se construyan las decisiones y de la confianza entre los municipios. Aquí Rionegro, como núcleo del proceso, tiene una tarea crucial: debe liderar con generosidad y con humildad, entendiendo que un liderazgo compartido inspira más confianza que una posición dominante. Si logra sumar, en lugar de imponer, los demás municipios bajarán la guardia y verán en esta figura una oportunidad compartida, no una amenaza a su autonomía.

El Oriente antioqueño tiene un largo historial de cooperación intermunicipal. Desde la creación de Cornare en los años ochenta hasta las asociaciones municipales de los noventa, ha demostrado que la integración produce resultados. El área metropolitana sería, en ese sentido, un paso más en esa trayectoria, un salto institucional para responder a los retos del siglo XXI con mayor rigor técnico, participación ciudadana y gobernanza democrática.

Pero esta decisión también debe entenderse en un contexto más amplio. Mientras líderes internacionales como Donald Trump levantan discursos contra la cooperación y promueven la idea de que cada quien se salve como pueda, en el Oriente podemos demostrar lo contrario: que los problemas comunes se resuelven con unidad, solidaridad y visión compartida. El mensaje que se envíe el 9 de noviembre puede convertirse en un ejemplo de cómo regiones emergentes pueden organizarse para enfrentar la urbanización acelerada sin perder de vista el equilibrio con la ruralidad y la protección de sus ecosistemas.

Ese día no se vota solo una figura administrativa. Se decide si el Oriente seguirá fragmentado, enfrentando en solitario desafíos cada vez más grandes, o si se atreve a construir un futuro conjunto, con instituciones sólidas y reglas claras. Votar sí al Área Metropolitana es apostar por la cooperación, por la planificación y por la confianza en un proyecto colectivo. Es creer que este territorio, que ya actúa como una sola región, puede también gobernarse como tal.

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