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Apoteosis del odio

Estamos viviendo otra civilización, pero la del burdo espectáculo del agravio, matriz de la polémica electoral.

hace 18 horas
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  • Apoteosis del odio

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

“Hay que radicalizar el lenguaje “, fue la orden perentoria del presidente Petro a sus perros de caza. ¿Antesala a otra ola de violencia verbal que conduce irremediablemente a violencia física? Ya arrancó atacando a los EE. UU. por la descertificación. Antes había calificado a los eurodiputados, de”viejos cacrecos”, como respuesta a la reacción de las mayorías del Parlamento Europeo que cuestionaron los discursos iracundos y de odio que ha patentado y exporta como mercancía de contrabando a los mercados internacionales.

La ira produce odio. Del odio brota la radicalización, y esta desnaturaliza el debate político. Se desborda la ira a través de trinos y discursos presidenciales que califican a sus opositores de golpistas, paramilitares, esclavistas, nazistas, aliados del narcotráfico. Las bodegas/cloacas llenas de material tóxico surten las extremas, sean de izquierdas o derechas, le echan más combustible al incendio.

Los trinos y discursos, están causando una represa que cuando bote la tapa, la explosión puede tener repercusiones incalculables. Si hace cuatro años se vivió el llamado estallido social que provocó rupturas que aún no han podido cicatrizar, la situación actual es más grave. Y a medida que el debate electoral se oficializa, todo llama a empeorar. Pareciera que la consigna fuera la misma de hace 80 años en la violencia liberal-conservadora: volver la República invivible.

La ira se vuelve intolerancia. Encuentra en los trinos, su espada. Si se contabilizaran las cantidades de trinos y discursos disociadores, vomitados por la casi centena de precandidatos presidenciales y séquitos intransigentes, daría una cifra inmanejable. Y eso que falta buen trecho por recorrer en el debate político, que recalentaría hasta la máquina más moderna de la Inteligencia artificial.

Estamos viviendo otra civilización, pero la del burdo espectáculo del agravio, matriz de la polémica electoral. Las propuestas económicas, sociales, culturales, científicas, en un mundo en donde el progreso de la ciencia y la tecnología es arrollador, han estado por fuera de la agenda electoral. Ahora cuenta la arenga encendida para mover las más recónditas pasiones y los resentimientos más oscuros que se anidan en el lado negativo del ser humano. Poco cerebro, mucho dramatismo, poca tolerancia, abundante sectarismo. Exceso de narcicismo y egolatría. El “todo vale” es un principio que agobia, versión burda de “el fin justifica los medios”. La razón ha sido poco utilizada, prima la bilis. Y con ella es imposible formar una sociedad menos desigual y un país más pacífico, más incluyente y moderno. Todo parece una lucha estéril.

P.D.: No les va a ser fácil a las dos senadoras del Centro Democrático que contribuyeron a hundir el referendo por la autonomía fiscal regional, impulsado por el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón y avalado por más de 2 millones de firmas, venir ahora a pedir votos en este departamento. Desde que el Estado de Antioquia promulgó en 1812 su primera Constitución, tatuó en su alma la impronta descentralista. Así que la derrota no solo fue para el aguerrido gobernante paisa y su departamento. Fue también para las regiones colombianas, asfixiadas por el alcabalero y manirroto Estado centralista que nos rige.

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