El dolor de cabeza más grande de este Gobierno ha sido el manejo de las finanzas públicas. No por nada se estima que este año, el país tendrá el déficit fiscal más grande de este siglo, sin contar la pandemia.
Cualquier asesor de finanzas sabe que la clave reina para tener un buen manejo del bolsillo es siempre gastas menos de los ingresos que se reciben.
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Esa fórmula es precisamente la que no ha podido aplicar el mandato de Gustavo Petro.
Algo que desata más preocupación, pues el ministro de Hacienda Germán Ávila, confirmó que se activará la cláusula de escape para no cumplir con la regla fiscal por tres años. En otras palabras, el Gobierno ya no tendrá restricciones para gastar plata.
E incluso, el ministro justificó que actualmente no hay exceso de gasto. “No hay una tendencia gastona del gobierno”, sostuvo.
Pero los datos dan cuenta de otra cosa, primero, hay que tener en cuenta que esta administración ha contado con el Presupuesto General de la Nación, PGN, más alto de la historia del país: $523 billones, que finalmente fueron ajustados a 511 billones, tras el hundimiento de la Ley de Financiamiento.
Pero, pese a contar con unos ingresos tan gruesos, también tiene el déficit más alto. En palabras sencillas: el Gobierno se está gastando mucha más plata de la que recibe.
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De hecho, la reciente presentación del Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) reveló que ese desfase entre gasto e ingresos será de 7,1% del Producto Interno Bruto (PIB).
No solo se trata de un aporte del PIB similar al de pandemia (en pandemia fue de 7,8%), sino que es el cálculo más elevado en la historia de las finanzas estatales desde que hay registro.
El mayor endeudamiento
¿Qué pasa cuando no alcanzan los ingresos para atender las obligaciones?, pues se acuden a las deudas. Eso es precisamente lo que ha pasado.
Solo para tener una idea, Luis Fernando Mejía, presidente de Fedesarrollo, comentó la deuda pública que aumentará en 9,6 puntos del PIB, equivalentes a 173 billones de pesos, en apenas tres años.
Para Mejía eso es un mal síntoma porque no hay un acontecimiento extraordinario o una pandemia que justifique dicha crisis.
“El recorte del gasto, necesario e ineludible, se deja al próximo Gobierno, que heredará unas cuentas fiscales en estado crítico y deberá poner en marcha un plan inmediato de ajuste fiscal”, apuntó el analista.
Mejor dicho, el próximo Gobierno recibiría la olla raspada y tendrá que asumir las deudas de este y todos los anteriores mandatos.
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