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Las altas y las bajas de Boric

Lo más seguro es que ahora llegue el turno de gobernar a la derecha chilena, pero Boric queda bien posicionado y seguirá siendo un actor importante en el futuro político del país.

hace 2 horas
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  • Las altas y las bajas de Boric

Chile se prepara para elegir nuevo presidente el próximo 16 de noviembre, así que vale la pena hacer un alto y revisar lo que han dado de sí los cuatro años del gobierno de Gabriel Boric. En la recta final de su mandato se despide con menos reformas de las prometidas y una baja popularidad, aunque se vislumbra que su futuro político está asegurado y que le queda mucho por decir y hacer en la vida pública.

En marzo de 2022, con apenas 36 años, Gabriel Boric se convirtió en el jefe de estado más joven en la historia de su país. Antiguo dirigente estudiantil y líder del partido de izquierda Frente Amplio, su energía y sus promesas de cambio canalizaron las demandas sociales que exigían los movimientos desatados durante el estallido de 2019. Pero lo que empezó con tanto entusiasmo termina con un balance agridulce de su gestión.

La ambiciosa agenda reformista inicial se dio su golpe de realidad desde el principio. Dos intentos frustrados de reforma constitucional dan prueba de ello. Boric, atendiendo los reclamos de las protestas, propuso una agenda que ofrecía muchos más cambios en la Constitución de los que sus votantes esperaban y el miedo se extendió. El presidente chileno no supo sintonizar con los verdaderos anhelos del electorado y le cedió entonces el turno al Consejo Constitucional para que ofreciera un segundo texto más derechista, pero este tampoco fue aprobado en el plebiscito de 2023. Así pasaron los dos primeros años de la administración de Boric, buscando cambios profundos sin resultados concretos.

Mientras tanto, urgencias como la inseguridad, la inmigración irregular, el estancamiento de la economía o la falta de empleo esperaban respuestas. Para muchos chilenos, estos aspectos siguen sin soluciones contundentes, especialmente la crisis de seguridad pública, que en lugar de mejorar, ha sufrido un incremento inédito de crímenes violentos, algo a lo que la sociedad de ese país no estaba acostumbrada. Aunque Boric destinó recursos adicionales a los cuerpos de seguridad del Estado, la sensación de muchos es que no ha tenido suficiente “mano dura” contra la delincuencia y el crimen organizado.

Otro aspecto que genera preocupación al final de este mandato es el control del déficit fiscal y de la deuda pública. Chile está en mora de iniciar una consolidación fiscal a mediano plazo, que sea sostenible en el largo plazo. Los expertos consideran que esta debe basarse en mayor crecimiento económico potencial, reducción de la evasión fiscal, generación de nuevas fuentes de ingresos estructurales y mayor eficiencia en el gasto público.

Por otro lado, la inexperiencia del joven Boric y su equipo de gobierno en los asuntos del Estado, así como la la falta de madurez política, han generado sin duda errores de gestión. Bien sabemos los colombianos por las experiencias vividas recientemente que una cosa es actuar como inquisidor de los problemas que tenían las élites anteriores y otra muy distinta ser capaz de dar soluciones. Ejemplo de ello son los lentos avances en la reconstrucción de las zonas afectadas por los incendios forestales que se produjeron en Valparaíso en febrero de 2024. La capacidad de respuesta gubernamental ha sido mínima, alcanzado apenas el 7% de lo previsto.

Y como nunca falta, el gobierno de Boric también se vio salpicado por escándalos de corrupción como el denominado Caso Convenios, en el que la Fiscalía de Chile abrió una investigación por malversación de fondos en contratos que se firmaron entre organismos gubernamentales y distintas fundaciones. Particularmente llamativo fue el que se dio entre el ministerio de Vivienda y Urbanismo y la fundación Democracia Viva, ligada a Revolución Democrática, uno de los más importantes partidos de la alianza de gobierno.

En el otro lado de la balanza, estos cuatro años de Boric también dejan cambios positivos. Una reforma de las pensiones que ha supuesto el mayor cambio en 43 años al sistema privado de capitalización individual instaurado durante la dictadura de Augusto Pinochet en 1981, en la que destaca que los empleadores vuelven a aportar para las jubilaciones de sus trabajadores; una ley para reducir gradualmente la jornada laboral y una política de copago cero, que permite la atención gratuita en centros públicos de salud para los sectores más vulnerables. Además quedan leyes como la que asegura que los padres paguen las pensiones de alimentos adeudadas, otra integral contra la violencia de género y una de reparación para las víctimas de feminicidios.

A Boric se le reconocen su irrestricto respeto al Estado de Derecho y a la limitación del poder, así como sus opiniones sobre política exterior, que lo distancian de esa izquierda más populista que sufrimos en otros países de América Latina.

Gabriel Boric se va con una aprobación popular que ronda apenas el 30%. Este porcentaje es el mismo que ha mantenido de manera consistente a lo largo de su gobierno, a excepción del inicio del mismo. Aun así, el líder izquierdista finaliza su mandato con apenas 40 años y un proyecto político que tiene mucho por decir. Lo más seguro es que ahora llegue el turno de gobernar a la derecha chilena, pero Boric queda bien posicionado y seguirá siendo un actor importante en el futuro político del país.

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