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Medellín en sus 350 se reinventa

hace 21 horas
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  • Medellín en sus 350 se reinventa

Medellín cumplió 350 años, este domingo, en un momento de inflexión. No solo por las epopeyas que se conmemoran, sino también por los cambios que se están gestando. Estamos en esa bisagra entre el pasado y el futuro. ¿Qué tan lejos del uno o tan cerca del otro? Es la pregunta que cada quien se puede responder.

A lo largo de los últimos meses, hemos publicado crónicas con anécdotas que han marcado la historia de la ciudad. Las llamamos “Momentos estelares de Medellín”, no con ánimo exhaustivo, sino para destacar relatos de impacto que han forjado —y a veces resquebrajado— lo que somos como ciudad.

Contamos desde el suicidio colectivo de los indígenas tras el paso cruel y fugaz de los primeros colonizadores, hasta la reciente explosión de la industria creativa que ha puesto a Medellín a sonar como una de las capitales más atractivas del mundo.

Recordamos detalles como que el nombre de Medellín es fruto de una lagartada, o por qué era casi más difícil llegar al Valle de Aburrá que ir a Europa, y recuperamos el presagio de Mon y Velarde: “Aquella provincia (Antioquia), la más atrasada del Reino, llegará a ser algún día la más opulenta”.

Rescatamos historias extraordinarias de la fiebre del oro, que hacen pensar que ese Dorado que buscaron los españoles estaba escondido en esta montañas. Y cómo a partir de esa minería titánica se forjaron emprendimientos de entonces, y llegaron otro tipo de europeos, cargados de conocimientos, inventiva y tecnología, que ayudaron a moldear el carácter paisa.

Mostramos cómo pasamos de ser estigmatizados por el mundo a ser reconocidos por nuestra capacidad de innovación social. De estar fragmentados por el miedo a conectarnos con metrocables, escaleras eléctricas, parques-biblioteca, zonas de encuentro. Supimos que la seguridad no era solo cuestión de policía, sino de presencia del Estado, de acceso a la cultura, al transporte digno, a la educación de calidad.

A lo largo de estos 350 años, se han trazado dos caminos opuestos. Uno, el de una ciudadanía comprometida y un empresariado solidario, que ha impulsado iniciativas como la Sociedad de Mejoras Públicas, Proantioquia y el Grupo Empresarial Antioqueño. Otro, marcado por la ambición sin escrúpulos, que encontró su primera encarnación en Pablo Escobar y que hoy se replica con nuevos rostros y estrategias.

Ese pulso entre el compromiso cívico y la codicia destructiva se juega cada día. Medellín se construye —o se desfigura— en las decisiones cotidianas de sus líderes y ciudadanos.

Desde EL COLOMBIANO, para celebrar el aniversario, no quisimos quedarnos solo en la historia. También hicimos un corte de cuentas al futuro. Medellín es otra, aunque aún no la que puede y debe ser. Por eso invitamos a pensadores, urbanistas, líderes sociales, empresarios y jóvenes a imaginar cómo garantizar que Medellín viva otros 350 años (acceda al especial en https://online.pubhtml5.com/ltll/pbso/). Las propuestas que han surgido no sólo son necesarias: muchas son urgentes.

Se habla de hacer de Medellín una zona azul, donde las personas vivan más y mejor, con urbanismo que favorezca el bienestar intergeneracional. Se sueña con transformar el eje del río en un corredor de entretenimiento, verde y activo, que conecte la ciudad consigo misma. Se propone un modelo de urbanismo integral, que reconozca las quebradas, las laderas y los cerros como ejes de vida urbana y no como obstáculos al desarrollo.

También se reconocen desafíos estructurales. Uno de los más apremiantes: la crisis del acceso a la vivienda digna. Medellín vive una paradoja: crece en altura, pero para miles es cada vez más difícil acceder a una casa. La producción formal está estancada y las barreras regulatorias agravan el problema.

También se alza una alerta sobre el modelo educativo. La Medellín del futuro debe garantizar educación permanente, práctica, vinculada a las comunidades, al emprendimiento, a la innovación y a la ciudadanía activa. Solo así el talento que florece en las comunas podrá traducirse en progreso sostenible.

Pero hay un cambio más profundo en marcha: el de la consciencia. Hoy, muchos ciudadanos entienden que la transformación no solo se mide en infraestructura o cifras, sino en bienestar, convivencia, salud mental, calidad del tiempo compartido. Hay una Medellín que medita, que cuida, que se pregunta cómo vivir mejor. Y eso, quizás, es el signo más alentador.

Si algo nos ha caracterizado en Medellín es esa forma obstinada y profundamente paisa de ver el vaso más medio lleno que medio vacío. Esa mirada positiva, que no niega los problemas pero se niega a rendirse ante ellos, ha sido el motor silencioso de nuestras grandes transformaciones.

Que Medellín cada día sea un mejor vividero en los próximos 350 años –o en los próximos 50 para no exagerar– no es tarea de uno solo, ni de un gobierno, ni de un sector. Es un pacto de todos.

Feliz cumpleaños, Medellín. El futuro es ahora.

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