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En definitiva, la carrera es reñida y nadie tiene una ventaja clara hoy, aunque China se está lanzando hacia la vanguardia a marchas forzadas.
Por Beatriz de Majo - beatrizdemajo@gmail.com
Uno de los mas grandes gurús tecnológicos de nuestros días, el director general de Nvidia, Jensen Huang, fue lapidario al asegurar en un reciente foro del medio británico Financial Times que China está llamada a superar a Estados Unidos en la carrera por el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) debido a dos factores que les favorecen: sus menores costos de energía y una más laxa regulación en la materia.
Es cierto que la distancia entre los dos gigantes viene acortándose en este terreno, pero son muchos los factores que además deben ser tomados en cuenta antes de asegurar que China pudiera estar ganando esta pelea. Ella tiene un componente geopolítico de envergadura que se suma al de las destrezas tecnológicas y, por ello, el asunto abarca lo económico, lo militar y lo normativo.
Hay elementos claves en ella, cada uno también con un enorme peso específico. Estos tienen que ver con el dominio de la investigación, del talento y del hardware; la aplicación industrial de la IA y su adopción; la normativa que la regula; la data de que cada país dispone; el dominio del comercio internacional; la estrategia militar y la influencia global de quienes la aplican. Así que no podemos ser simplistas.
Mientras Estados Unidos lleva ventaja en algunos terrenos, China la tiene en otros y la bola de cristal de los observadores y analistas no da para dilucidar la manera y el tiempo en que cada variable evolucionará en función del peso que cada una tiene y tendrá dentro del conjunto, en un mundo sometido a virajes, turbulencias y exigencias continuas.
Los entendidos en la materia en Occidente aseguran que Estados Unidos sigue adelante en calidad de investigación, en grandes modelos de IA y en capacidad de innovación privada, mientras dispone de un entorno de innovación y regulación abierto, cuenta con alianzas tecnológicas globales y tiene en su haber capital de riesgo importante.
Otros estiman que China ha ido cerrando significativamente la brecha que la separa de Estados Unidos y que en algunos avances estaría apenas a meses detrás de su rival. La razón es que China goza de un fuerte impulso estatal para la industrialización, para su aplicación a la infraestructura y para su exportación a mercados emergentes. Ello además de que tiene ventajas en la escala de sus datos (millones de usuarios e integración digital masiva). En efecto, como asegura Huang, el costo regulatorio es también menor y el costo energético igual. Y ello sin mencionar su empeño en la exportación de su tecnología hacia mercados emergentes.
En definitiva, la carrera es reñida y nadie tiene una ventaja clara hoy, aunque China se está lanzando hacia la vanguardia a marcha forzada.
No es posible en un ambiente global evolutivo decantarse en favor de uno u otro a través de la comparación sobre el mejor esquema de GPT de hoy o a través del análisis del más eficiente modelo de lenguaje. Dominar la IA para ser el primero dependerá del abordaje que cada país haga del ecosistema en su conjunto. Ello involucra conseguir la primacía en investigación, en hardware, en datos, en despliegue industrial, en regulación y además en alianzas internacionales. La evolución futura del ambiente de la IA dependerá igualmente de los modelos de negocio con mayor o von menor gravitación estatal.
No es imposible, tampoco, que en un futuro indeterminable aun, dos bloques puedan convivir: uno liderado por EE. UU. y Occidente y otro por China, cada uno con estándares, con datos y con tecnologías parcialmente compatibles.