Este lunes 29 de diciembre, a las 7:00 de la noche, el presidente Gustavo Petro anunció oficialmente el incremento del salario mínimo para 2026. Lo hizo en alocución presidencial, transmitida por canales públicos y privados, luego de que fracasara la negociación en la mesa de concertación.
El mandatario venía anticipando el anuncio desde días atrás y lo presentó como un paso hacia lo que ha denominado un “salario mínimo vital”, una figura que, según su visión, debe garantizar condiciones de vida dignas a los trabajadores colombianos.
“Esta noche, el país habla de salario vital. Una apuesta por la dignidad del trabajo y el bienestar de quienes sostienen a Colombia”, afirmó el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, antes conocerse la decisión.
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Salario mínimo vital: así quedó el aumento del 23%
El aumento decretado fue del 22,7%, una cifra sin precedentes recientes en la historia salarial del país. Con este ajuste, el Salario Mínimo Mensual Legal Vigente (SMMLV) pasa de $1,42 millones a $1.750.905.
En ese orden, el salario para el 2026 subirá a $2.000.000 con auxilio de transporte. Para un ascenso del 23,78%.
En términos concretos, el incremento representa $327.405 adicionales al mes para quienes devengan el mínimo. Es el mayor salto nominal registrado en los últimos años y marca un quiebre frente a los ajustes moderados del pasado.
La última vez que Colombia vivió un salto de esa magnitud fue en 1997, cuando subió 21,02%.
Durante su intervención, Petro insistió en que este incremento responde a una necesidad estructural y no solo a un cálculo inflacionario.
Qué dijo Petro en su alocución presidencial
En su alocución presidencial, el presidente Gustavo Petro defendió el aumento del salario mínimo como una decisión económica que va más allá de los trabajadores formales y que impacta a toda la economía popular del país.
El mandatario aseguró que más de la mitad de los trabajadores colombianos no son asalariados, sino personas que viven del rebusque, del comercio informal y de pequeños negocios barriales. “También se benefician —dijo— porque venden pan, dulces, chitos, papa frita, telas, confecciones y productos del mercado popular”.
Petro sostuvo que estos sectores concentran hoy los puntos más activos de la economía urbana, donde se mueven el empleo, los ingresos y el consumo.
Según explicó, un salario mínimo más alto incrementa la demanda en restaurantes, tiendas de barrio y pequeños negocios, lo que termina empujando el consumo de los hogares y la llamada demanda agregada, motor clave del crecimiento económico.
El presidente explicó que el nuevo enfoque introduce un concepto que, aunque está en la Constitución desde 1991, nunca se había aplicado en la práctica económica: el salario mínimo vital. Aclaró que no es un ingreso individual, sino familiar, porque los trabajadores no viven solos, sino en hogares con hijos, parejas o padres.
Petro recordó que la idea del salario vital tiene raíces históricas en la doctrina social de la Iglesia católica, particularmente en la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII (1891), y que luego fue incorporada en acuerdos internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde confluyen gobiernos, empresarios y trabajadores.
A partir de ese marco, el Gobierno hizo los cálculos. Según explicó, el promedio en Colombia es de 3,4 personas por familia y 1,5 trabajadores por hogar. Con base en esos datos y en el costo de la canasta familiar —estimada en algo más de tres millones de pesos mensuales— se dividió ese valor entre el número promedio de trabajadores por familia.
El resultado, dijo Petro, es el salario mínimo vital que se decreta para 2026. Con subsidio de transporte incluido, el ingreso mínimo llega a 2 millones de pesos, lo que equivale a un aumento promedio del 23,78%. Sin el auxilio de transporte, el salario mínimo vital familiar queda en $1.746.882, con un crecimiento del 22,7% frente a 2025.
El presidente subrayó que estos incrementos son nominales, pero que el cálculo real —descontando inflación— arroja un aumento del 18,7% en términos reales, un salto que, según afirmó, supera lo logrado en años anteriores. “En el último año elevamos el salario real más que en la sumatoria de los tres años previos”, sostuvo.
Anticipando críticas, Petro reconoció que sectores empresariales y económicos advertirán sobre inflación, despidos y freno a la economía. Sin embargo, aseguró que Colombia tiene hoy la tasa de desempleo más baja del siglo y niveles de pobreza históricamente reducidos, y expresó su expectativa de que en 2026 estas cifras sigan mejorando.
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Del desacuerdo al decreto, ¿por qué el Gobierno fijó el salario mínimo?
Desde el 23 de diciembre, en otra alocución presidencial con mensaje de Navidad, el país estaba a la expectativa del monto final del salario mínimo 2026.
Las negociaciones en la mesa tripartita, integrada por Gobierno, trabajadores y empleadores, no lograron consenso.
El primer plazo legal para alcanzar un acuerdo venció el 15 de diciembre. Luego hubo reuniones bilaterales, pero tampoco prosperaron. Ante ese escenario, el presidente quedó habilitado para definir el aumento por decreto.
“El debate se convirtió en una sin salida”, reconoció el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino.
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Qué es el salario mínimo vital y por qué Petro lo puso sobre la mesa
El presidente ha sustentado su decisión en el concepto de salario mínimo vital, apoyándose en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según explicó, se trata del ingreso “necesario para proporcionar un nivel de vida digno a los trabajadores y sus familias”.
En la alocución del 23 de diciembre, Petro fue más allá: “¿Cuál es la canasta mínima vital de una familia? ¿Cuánta gente trabaja, en promedio, en la familia? Esos datos están, eso se aplica y nos da el salario mínimo que vamos a decretar”.
El concepto de salario mínimo vital y móvil está consagrado en el artículo 53 de la Constitución, que establece que el ingreso mínimo debe cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda, salud, educación y transporte.
La discusión cambió de tono cuando la OIT presentó un estudio ante la Comisión Nacional de Concertación, usando datos de la Encuesta Nacional de Hogares del Dane.
El informe concluyó que, para una familia promedio de cuatro personas, el costo mensual de la canasta básica era de $2,98 millones. Dado que estos hogares tienen, en promedio, 1,5 trabajadores, el salario mínimo vital para 2024 debió ser de $2,14 millones.
Ajustado por inflación, el salario vital para 2025 sería de $2’259.413, lo que deja al salario mínimo actual $835.913 por debajo, una brecha del 58,7%.
Aun así, la OIT advierte que estos cálculos deben equilibrarse con factores económicos como productividad, desarrollo y niveles de empleo.
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Los números técnicos para el salario mínimo: lo que decían inflación y productividad
Aplicando el cálculo técnico convencional, el salario mínimo debía subir al menos 6,21%, resultado de sumar la inflación anual de noviembre (5,3%) y la productividad total de los factores (0,91% en septiembre).
Con base en ese análisis, los empresarios propusieron un aumento del 7,21%, argumentando que protegía el poder adquisitivo y tenía en cuenta el crecimiento de la informalidad.
Desde el lado de los trabajadores, las centrales sindicales pedían un incremento del 16%, que habría llevado el salario de $1.423.500 a $1.651.260, con un aumento de $227.760.
Empleo e informalidad, el telón de fondo del aumento del salario mínimo
Las cifras del Dane muestran el dilema. Entre enero y octubre de 2025, el empleo asalariado con ingresos de un salario mínimo o más cayó en 427.000 personas, frente al mismo periodo del año anterior.
En contraste, crecieron los asalariados con ingresos inferiores al mínimo y los trabajadores independientes, en su mayoría informales. La informalidad laboral se mantiene por encima del 55% en Colombia.
Este contexto explica por qué el debate sobre salario mínimo vital divide opiniones entre dignidad laboral y riesgos para el empleo formal.
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