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Especial de Navidad: Lili volvió a sonreír luego del incendio en Itagüí que la dejó sin nada

El 25 de agosto de 2023, las llamas acabaron con un asentamiento del barrio San Francisco, dejando a 17 familias solo con lo que llevaban puesto. Lili fue una de las damnificadas, perdió las máquinas de coser con las que subsistía. Por fortuna, gracias al buen corazón de las personas y de una Fundación, así como a una portada de EL COLOMBIANO ella pudo salir de ese percance que le cambió la vida.

  • Liliana Foronda fue una de las afectadas por el fuego en el barrio San Francisco en 2023. Gracias al buen corazón de las personas, volvió a sonreir. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
    Liliana Foronda fue una de las afectadas por el fuego en el barrio San Francisco en 2023. Gracias al buen corazón de las personas, volvió a sonreir. Foto: Manuel Saldarriaga Quintero.
  • Especial de Navidad: Lili volvió a sonreír luego del incendio en Itagüí que la dejó sin nada
  • El día que Liliana pudo volver a conseguir dos de las máquinas que había perdido en el fuego gracias al buen corazón de los donantes que conocieron su caso. Foto: Jaime Pérez Munévar
    El día que Liliana pudo volver a conseguir dos de las máquinas que había perdido en el fuego gracias al buen corazón de los donantes que conocieron su caso. Foto: Jaime Pérez Munévar
hace 1 hora
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Nada más gastado que invocar al Ave Fénix para hablar de la superación después de una tragedia. Pero hay historias que obligan a volver a ese lugar común, no por falta de imaginación sino por exactitud. Esta es una de ellas: la de una mujer a la que el fuego le arrebató todo y, sin embargo, resurgió gracias a la ayuda de cientos de personas que ella califica como “ángeles”.



A Liliana Foronda Vidales, más conocida por sus allegados como Lili, un incendio le partió la vida en dos. Lo ocurrido fue devastador, pero también decisivo. En su relato no hay victimismo ni lamentos prolongados: hay una certeza inesperada, la de haber encontrado, en medio de la pérdida, un nuevo punto de partida.

Ella es la mujer que ocupó la primera plana de este periódico el 26 de agosto de 2023 en la que se daba cuenta de un incendio el día anterior en el barrio San Francisco del municipio de Itagüí, que dejó a 60 residentes como ella con tan solo lo que llevaban puesto.

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Su imagen sumida en un llanto desesperado sacudió a la ciudad esa mañana. Por fortuna, hoy su estampa se nota más tranquila, pero sobre todo más sabia y agradecida.

El día más duro

La madrugada del 25 de agosto quedó marcada para siempre en los residentes de San Francisco, toda vez que ese día la tragedia visitó el asentamiento irregular que se ha venido alzando desde 2008 en uno de los lotes aledaños a la cárcel vecina.

Ese viernes, cerca de las 4:30 a.m., los residentes sintieron cómo un chispazo, tal vez de energía, que terminó cayendo cerca de una humilde casa vecina. Luego de eso, las chispas se volvieron un fuego voraz que infortunadamente se alimentó de una chatarrería, y luego del pequeño barrio, por lo que en cuestión de minutos 17 viviendas fueron consumidas.



En el barrio había varios negocios como una panadería, un taller, la chatarrería mencionada, y algunos corrales de animales. Pero también estaba el taller de confección de Lili.

En ese entonces ella comentó que es oriunda de Ciudad Bolívar, municipio del que vino buscando oportunidades luego de que su matrimonio de 24 años y dos hijos se acabara, dejándola casi sin nada.

Ella contó que ese fatídico viernes, tal vez por una premonición, una de sus hijas le pidió quedarse con ella en otro punto. Por eso no estaba en San Francisco al momento de la emergencia.

Especial de Navidad: Lili volvió a sonreír luego del incendio en Itagüí que la dejó sin nada



En ese incendio, que se extendió con absoluta rapidez, las llamas le arrebataron una fileteadora, una máquina dos agujas y una máquina plana que tenía y que constituían el único patrimonio que le había quedado luego de la separación. Estas eran el principal sostén económico para ella y para su madre. De ahí el desconsuelo por su pérdida.

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Volviendo al presente y, recordando ese funesto día, Lili solo alcanzó a decir: “Ese viernes fue algo muy triste y muy trágico. Es algo que uno no quisiera recordar, porque son dolores que quedan para siempre. Pero dicen que todo tiene su tiempo y su razón de ser”, comentó reflexiva.

Pero un rayo de esperanza comenzó a retirar esos nubarrones grises que nublaban el futuro de Lili que en ese entonces se tornaba pesimista. La fundación Un Viejo Favor conoció su caso y realizó ingentes esfuerzos para canalizar ayudas para los afectados del incendio, pero sobre todo para ella. A la iniciativa se sumaron empresas, famosos y anónimos que en mucho solventaron la precaria situación en la que había quedado la humilde mujer.

“A mí me buscó Santiago Jaramillo, el fundador de Un Viejo Favor. Él me llamó al otro día del incendio y yo todavía estaba en shock. Yo soy una persona muy solitaria, solo tengo a mi mamá, entonces ver que personas que uno no conoce de nada querían ayudarme desinteresadamente me dejó sorprendida... más sorprendida de lo que me dejó el incendio. Pero llegué a una conclusión: si Dios me mandó esta gente, es porque son ángeles muy grandes”, añadió.

Gracias a las ayudas recaudadas se pudieron mandar a hacer nuevas gafas y recuperar las fórmulas oftalmológicas de doña María, la mamá de Lili. En la empresa Maquitecxa, un distribuidor de las máquinas de coser de la marca Jack en Itagüí, se compraron máquinas nuevas gracias al provechoso descuento hecho.

Hasta el humorista Piter Albeiro le hizo llegar a Lili $2 millones para que esta pudiera abonarlos a la deuda de $4 millones que tenía del rancho que se había quemado.

“¿Qué cómo es sentirse apoyada? En medio de esa tristeza y zozobra es algo que uno no tiene la capacidad de dimensionar. Uno no concibe en ese momento que haya gente así, con un corazón tan grande como para apoyar a alguien simplemente porque ve que lo necesita y sin esperar nada a cambio. Insisto, para mí son ángeles, porque gracias a esta gente tan dispuesta uno sale adelante”, detalló ella.

“Al menos ya hay donde dormir”

Ya son casi dos años y cuatro meses de ese fatídico día que para mal, pero sobre todo para bien, le cambiaron la vida a Lili y a sus vecinos en los que, pese al apoyo recibido, a ella también le ha tocado hacer sacrificios enormes.

“Durante cuatro meses la Alcaldía y mucha gente nos ayudó, incluso un señor nos dio adobes y cemento para alzar un nuevo hogar, pero aun así a uno le toca meterse la mano al bolsillo porque también hay que poner de parte de uno para volver a surgir. Entonces imagínese que, con mucho dolor, tuve que vender una de las maquinitas donadas porque no tenía como levantar la casa para mi mamá y para mí. Me dio mucha tristeza, pero siento que era lo que tenía que hacer”, añadió.

Lili es enfática en señalar que no es que se haya malgastado la plata, sino que fue la inversión que tenía que hacer ante la necesidad de un techo nuevo.



“Además con el trabajo que me seguía llegando y con la otra máquina pude seguir laborando para poder volverme a levantar y arreglar la casita. Gloria a Dios al menos ya tenemos donde dormir tranquilas. Y todo gracias a esas ayudas tan grandes”, detalló.

Ella admitió que en algunas noches piensa mucho sobre la tragedia y el porqué la alcanzó a ella, pero también admitió que sopesa esos pensamientos con reflexiones sobre tanto apoyo recibido.

“Fue una tragedia muy maluca, muy desagradable, pero adelante vinieron muchas cosas buenas de personas que ayudaron mucho. Todas esas personas le ayudan a uno a volver a tener esperanza, calman esa tristeza, esa aflicción que hace que uno ya no quiera ni respirar. Esas personas me ayudaron a aceptar las cosas como son y que uno debe salir adelante. Me ayudaron a entender que la vida sigue, con amor, con respeto y siendo honesta con las cosas”, resumió.

El día que Liliana pudo volver a conseguir dos de las máquinas que había perdido en el fuego gracias al buen corazón de los donantes que conocieron su caso. Foto: Jaime Pérez Munévar
El día que Liliana pudo volver a conseguir dos de las máquinas que había perdido en el fuego gracias al buen corazón de los donantes que conocieron su caso. Foto: Jaime Pérez Munévar



Tras el incendio, ella dijo que no solo se siente infinitamente agradecida con sus benefactores, sino que también se siente cambiada completamente. Aunque si bien reconoce que las cosas materiales pueden tener importancia, también admite que hoy siente que hay otras cosas más relevantes, como por ejemplo también dar apoyo, amor y cariño.

“Yo era una de las que decía, ‘a mí me tiene que pasar eso o lo otro para cambiar’. Y vea, a mí me pasó. Ahora soy más abierta a las personas porque yo era una persona muy cerrada, a mí me daba igual si usted le iba o le venía. Pero esto me abrió los ojos, y hoy soy de las que digo: ¿si yo puedo ayudar por qué no lo voy a hacer?”, comentó.

La alegría que le trajo Un Viejo Favor a Lili tras el incendio

Un aliado en la recuperación de Lili es la fundación Un Viejo Favor, dirigida por el comunicador Santiago Jaramillo. Él no solo fue quien dio a conocer el caso de los damnificados del barrio San Francisco, sino que por medio de su fundación se encargó de canalizar parte de las ayudas que otras personas desinteresadas que confían en su labor altruista hicieron llegar a las 17 familias afectadas.

De hecho, Lili no fue la única que recibió buenas noticias, su prima Luz Dary, una panadera que también perdió todos sus elementos de producción en el incendio, también recibió otra bendición. A través de Un Viejo Favor, la empresa itagüiseña Ingeomega le dio una dotación de los elementos perdidos en el incendio.

Imposible no sentir que se alegra el corazón con tan buenas noticias y con el hecho de saber que aún queda gente generosa en el mundo.

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