Atlético Nacional y Boca Juniors siguen jugando un partido aparte, esta vez lejos del césped y mucho más cerca de las oficinas. En el centro de la escena está Marino Hinestroza, uno de los futbolistas con mayor proyección del fútbol colombiano, cuyo futuro aún no se define pese al fuerte interés del club argentino y a la presión creciente desde el entorno xeneize.
La oferta de Boca, cercana a los 5 millones de dólares, no alcanza para convencer al Verdolaga. En Nacional consideran que esa cifra no refleja el verdadero valor del jugador, especialmente si se tiene en cuenta que el club antioqueño no posee inicialmente el 100 % de sus derechos económicos, sino solo el 50 %, al que además deben descontarse costos adicionales propios de cualquier operación internacional. En ese escenario, el ingreso neto para el equipo paisa sería limitado y poco acorde con el potencial del futbolista.
Desde Argentina, el “mundo Boca” ha comenzado a presionar. Medios de comunicación, cuentas partidarias y sectores cercanos al club insisten en que Nacional debería flexibilizar sus pretensiones para cerrar el negocio. La narrativa apunta a acelerar la operación y rebajar el precio, amparados en el deseo del propio Hinestroza, quien ha manifestado su intención de vestir la camiseta azul y oro y dar el salto a uno de los clubes más grandes del continente.
Atlético Nacional, sin embargo, mantiene una postura firme. El club está al día con el jugador, ha cumplido con todas sus obligaciones contractuales y entiende que Marino no solo es presente, sino también futuro. A sus 23 años, Hinestroza representa una oportunidad de reventa importante, un factor clave en un mercado donde cada detalle cuenta. Además, desde la institución verde saben que existen otras opciones para el futbolista, más allá de Boca Juniors, lo que refuerza su posición negociadora.
Uno de los puntos de mayor fricción está en la estructura del acuerdo. Boca pretende quedarse con el 100 % de los derechos deportivos por esos 5 millones, una fórmula que en Medellín no ven con buenos ojos. Para Nacional, una negociación responsable implicaría una cifra mayor y, preferiblemente, conservar un pequeño porcentaje que permita participar en una futura transferencia. De lo contrario, el negocio perdería sentido desde lo económico.
En el fondo, el mensaje del Verdolaga es claro: Nacional no pretende retener a un futbolista que ya ha expresado su deseo de marcharse, pero tampoco está dispuesto a hacerlo a cualquier precio. La prioridad es que la operación sea beneficiosa para el club, tanto en el corto como en el mediano plazo, respetando el valor del jugador y el trabajo institucional que hay detrás de su crecimiento.
Por ahora, el acuerdo no llega y la negociación sigue abierta. Boca aprieta, Marino espera y Atlético Nacional resiste, consciente de que vender bien también hace parte de competir. En este pulso, el tiempo y las cifras terminarán dictando sentencia.