En la Milán de la moda, el arte, la estética, hubo más de dos horas exquisitas de fútbol que, ni la Piazza del Duomo, con su catedral gótica de cuatro siglos de antigüedad, esculturas y edificios, logró igualar en placer para la vista. En el estadio Giuseppe Meazza, Inter y Barcelona dieron un espectáculo digno de cuadro en la semifinal de la Champions 2025.
El juego fue emocionante. A Italia la serie llegó, desde Cataluña, empatada a tres goles. Por eso los aficionados del cuadro azul y negro llenaron a reventar las graderías: nadie quería perderse “el partido de la década”. Para darle un poco más de estética al show, los italianos hicieron un tifo majestuoso.
Después gritaron: “La Champions”, con la fuerza de quien anhela un favor divino, cuando sonó la última estrofa del mítico himno del torneo. Los equipos estaban dispuestos a dar la vida para conseguir un tiquete a Múnich, donde se disputará la final el próximo 31 de mayo.
No escatimaron nada. El Inter, lleno de confianza por el resultado que consiguió en Barcelona y el aliento incesante de su gente, salió dispuesto a arrasar con el rival, hacerle sentir la localía. Lo consiguió. Tuvo un dominio del balón que con el tiempo pasó a ser preciso, peligroso y consiguió los dos primeros goles del duelo en la parte inicial. Lautaro Martínez, goleador histórico del club en Champions con 20 dianas, anotó al 21. Hakan Çalhanoğlu, al 45, de penalti.
Los italianos estaban felices. Inter, cuya característica principal es el orden, parecía quedarse con la victoria sin problema. Pero en España también nacieron artistas. El principal exponente del surrealismo, Salvador Dalí, se inspiró en la costa catalana para pintar sus obras.
Un chico de 17 años, que hace cosas surrealistas en cancha, se inspiró y orientó a su equipo para darle vuelta al marcador en el segundo tiempo. Lamine Yamal, con su habilidad, rompió el orden defensivo del Inter. Eric García, Dani Olmo y el brasileño Raphina (máximo goleador de la Champions con 13 celebraciones), ilusionaron a los aficionados culés con llegar a la final después de 10 años.
Los goles fueron a los minutos 54, 60 y 87. Todo apuntaba a que Hansi Flick llevaría al Barcelona al Alianza Arena donde dirigió al Bayern Múnich. Pero el experimentado defensa italiano Francesco Acerbi, a quien el entrenador disfrazó de “9”, cambió el destino al 90+3, cuando anotó el 3-3 y puso la serie 6-6.
Hubo alargue: el espectáculo visual no se podía acabar en hora y media. Fueron necesarios 30 minutos más. En ese tiempo los equipos apostaron todo, so pena de quedarse sin nada. La suerte estuvo del lado del Inter: al 99 Davide Frattesi, anotó el 4-3 definitivo: 7-6 quedó la serie. Inter es finalista de nuevo y, en Alemania, buscará ganar el torneo después de 15 años.
