Ryan Castro regresó a Medellín y la convirtió en un escenario abierto, pues al llegar al Doce de Octubre, le dio cabida a un concierto para nada convencional que ocupó al barrio entero, a sus calles y a su ritmo cotidiano, durante casi 36 horas.
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El evento, denominado Los chorros con Richy, se realizó entre el 25 y el 26 de diciembre y obligó a cierres viales autorizados por la Secretaría de Movilidad en uno de los corredores más transitados del noroccidente de la ciudad. La carrera 70, entre calles 104 y 106, junto con vías aledañas como la 104A, 104B y 105A, permanecieron bloqueadas para permitir el montaje, desarrollo y desmontaje del espectáculo.
El concierto central comenzó hacia las 5:00 de la tarde del jueves y se extendió hasta el amanecer del viernes, y en él, unas 500 personas se congregaron para acompañar al artista, que ofreció un show gratuito, acompañado de invitados del reguetón y de otros géneros populares. Ahora bien, no hubo presencia permanente de agentes de tránsito en el lugar, aunque el monitoreo se realizó desde la central de cámaras de la ciudad, mientras la Alcaldía recomendaba priorizar el transporte público y respetar las normas durante la operación logística.
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Más allá del impacto vial, el evento volvió a poner en escena una narrativa que Castro ha reiterado en distintos momentos de su carrera: la del artista que no se desmarca de su origen. “Cuando yo era adolescente, en el barrio donde crecí había mucha violencia. Obviamente, se veían mucho las drogas también”, contó en una entrevista previa, al recordar los años en los que tocaba en calles y buses de Medellín antes de consolidarse en la industria musical.