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Justicia clandestina

hace 6 horas
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Por MARÍA CLARA POSADA CAICEDO - @MaclaPosada

La juez 44, al anunciar el sentido del fallo, hizo una advertencia que rayaba en lo exótico: “esto no es político, es jurídico”. Curiosa aclaración, que en sí misma revelaba lo contrario.

Muchos anticipamos con resignada lucidez el futuro injusto que se aproximaba. Golpear a Uribe y a todo lo que él representa hoy es gratis, porque la justicia hace rato dejó de servir al equilibrio para hacerlo a la ideología. La juez Heredia, en el disfraz de falsa omnipotencia que hoy viste a los jueces en Colombia, se regodeó con una condena de 12 años, sup/erando lo solicitado por la fiscalía, con gravísimos errores en la valoración de las pruebas e ignorando burdamente cada uno de los argumentos de la Defensa.

¿Y ahora qué? Luego de analizar con cabeza fría el montaje contra el presidente Uribe, creo que el error fue haber enfrentado un juicio político con argumentos jurídicos, creyendo cándidamente que se respetarían las reglas. Basta leer el fallo: está lleno de reflexiones políticas, no jurídicas. Ya desde la introducción se anticipaba el contraargumento a lo que el mismo fallo expondría: que sí es político.

Pues bien, si la justicia actúa con lógica política, entonces es desde la política que se debe recomponer su majestad. Suena incómodo, pero no por eso menos cierto. Revisemos:

En Estados Unidos, 22 estados eligen jueces por voto popular. Los fiscales también son elegidos y hacen campaña según las prioridades del electorado: violencia, drogas, aborto, armas. Así, el pueblo determina qué justicia quiere. En Suiza, ciertos cantones eligen jueces populares, mientras que a nivel federal los nombra el Parlamento. En Japón, los jueces enfrentan elecciones de retención: Tienen que dar resultados y si la ciudadanía no los aprueba, se van. En México, desde la reforma judicial de 2024, que tanto nos incomodó a muchos, los ministros y jueces de cortes superiores serán elegidos por voto popular desde 2025 lo que garantiza transparencia en los intereses que defienden.

¿Por qué no pensar en algo así en Colombia? Si los jueces actúan políticamente, ¿por qué no permitir que los ciudadanos elijan a quienes quieren en los estrados? La izquierda inició hace años una cruzada por penetrar la justicia. Hoy domina el aparato judicial, pero ¿qué pasa si se le somete a las urnas? En elecciones abiertas el resultado sería otro: la mayoría del país hoy repudia la cruzada inmoral de inversión de valores de la izquierda donde delincuentes se pasean por el congreso sin pagar un solo día de cárcel, y el hombre que nos entregó los 8 años de mayor prosperidad que haya conocido este país, es perseguido en los estrados y condenado con lo que quieren exaltar como una sanción humillante.

La bancada de presuntas víctimas nunca ocultó su tranquilidad arrogante. Desde hace meses se sentían seguros, como quien juega con las cartas marcadas. Porque sabían que esto no se trataba de derecho, sino de revancha. Lo vimos en la sentencia: una oda al feminismo, referencias ideológicas, y una exaltación pueril al valor “democrático” de quien ha defendido a las FARC toda su vida. ¿Quién votaría por una juez que perdió su examen para la judicatura, que se burla de la religión o que exalta criminales? Creo que muy pocos. Poquísimos. Y sí, esa es la discusión incómoda que debemos dar: Pensando en el 2026, se deben discutir proyectos de ley que permitan enfrentar políticamente decisiones judiciales ideologizadas y re abrir casos de víctimas juzgadas injustamente. Si la justicia se volvió un instrumento político, no podemos seguir enfrentándola desde una ingenuidad jurídica. Hay que proponer reformas. Ver si los colombianos queremos elegir ciertos jueces o fiscales, si creemos en los Jurados de Juicio como garantía. Abrir el debate, pero evitar que sigamos siendo presas fáciles de la vendetta de toga.

Como el Rey Sol, hoy los jueces se declaran incuestionables, infalibles, y al mismo tiempo arman sentencias con tufillo militante que entre ellos mismos blindan. Pero si se permitiera al ciudadano decidir, veremos de qué lado está la justicia real. No podemos ser rehenes pasivos de una justicia politizada que se autoresguarda.

Porque justicia sin legitimidad democrática, sin control ciudadano, es justicia clandestina y Colombia merece más que eso..

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