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De 1929 a 2025

La economía estadounidense vivía un auge impulsado por la masificación de la electricidad, el crecimiento de sus industrias, las nuevas tecnologías como la radio y el automóvil, el acceso al crédito y el desarrollo de la clase media.

hace 4 horas
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  • De 1929 a 2025

Por David González Escobar - davidgonzalezescobar@gmail.com

1929 es uno de esos momentos que se repite en todas las clases de historia económica: el año del desplome de la Bolsa de Nueva York que conllevó a la Gran Depresión. Sin embargo, más allá de sus consecuencias profundas, las causas y los protagonistas de esa crisis siguen siendo poco conocidos para la mayoría.

En su nuevo libro 1929, el periodista Andrew Ross Sorkin —autor también de Too Big to Fail, sobre la crisis de 2008— se propuso reconstruir esa historia desde sus raíces. Tras ocho años de trabajo con archivos, cartas y otros documentos poco explorados, el resultado es un relato entretenido y detallado, centrado en las personas que manejaban el poder del país en ese entonces y desde cuya perspectiva se van desarrollando los sucesos que llevaron a la crisis económica más profunda del siglo XX.

El libro arranca en los años veinte, una década de entusiasmo desaforado. La economía estadounidense vivía un auge impulsado por la masificación de la electricidad, el crecimiento de sus industrias, las nuevas tecnologías como la radio y el automóvil, el acceso al crédito y el desarrollo de la clase media: era la época que retratan novelas como El Gran Gatsby, con promesas de riqueza fácil al alcance de todos.

Sorkin se detiene en los protagonistas que encarnaban el espíritu de la época: Thomas Lamont, de J.P. Morgan; Charles Mitchell, presidente del National City Bank, luego Citibank; Jesse Livermore, uno de los especuladores más célebres; y John Raskob, millonario vinculado a la política y promotor del Empire State. Nombres que aparecían en portadas de revistas, compartían espacios con presidentes y artistas, y tomaban las decisiones que influían en los mercados e incluso en la política internacional: Lamont, por ejemplo, fue enviado por Washington a Europa para renegociar las reparaciones con Alemania. También aparece Winston Churchill antes de ser primer ministro, seducido por Estados Unidos y atrapado en la burbuja bursátil en la que terminó perdiendo su patrimonio.

Siguiendo a estos personajes, el relato va mostrando la cadena de errores y la regulación laxa que llevaron a una especulación sin control que llevó al desplome de la bolsa: cada vez más inversionistas compraban acciones con dinero prestado, a través de créditos fáciles y operaciones al margen que les permitían apalancarse varias veces sobre su capital, en un mercado que parecía alcanzar un nuevo máximo casi cada semana. También se formaron estructuras opacas para inflar acciones, mientras prácticas como el uso de información privilegiada o la manipulación de precios eran la norma: todas cosas que hoy parecerían impensables bajo la regulación vigente.

La Reserva Federal era todavía un organismo nuevo, sin experiencia ni facultades claras para enfrentar una crisis de esa magnitud. Tras el colapso, el libro también aborda la historia detrás de las reformas profundas al sistema financiero, como la ley Glass-Steagall, la creación del seguro de depósitos a través del FDIC o la supervisión de los mercados por parte de la SEC, la mayoría vigentes hasta hoy y diseñadas para evitar que episodios similares se repitan.

Entre lo más llamativo del libro están los paralelos con la actualidad: hoy también existen figuras como Elon Musk, con influencia que va mucho más allá de sus compañías; abundan inversiones impulsadas por nuevas tecnologías que muchos entienden poco, como las criptomonedas; y hay un acceso creciente a mercados antes reservados a grandes inversionistas, gracias a plataformas digitales e innovaciones regulatorias. Todo ocurriendo en medio del optimismo por la inteligencia artificial y su promesa de un impacto económico “sin precedentes”.

Ojalá que el futuro no rime demasiado con 1929...

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