Para entender qué está pasando con la plata en el país, no basta con mirar la cifra nacional. Colombia es un país de regiones, una economía fragmentada territorialmente, donde la recuperación depende más de lo que pasa en cada pedazo del mapa que del promedio total.
Según los expertos de Investigaciones Bancolombia, no se tiene un solo motor, sino varios que andan a ritmos muy distintos. Y aunque el PIB nacional proyecta un crecimiento del 2,9% en 2025, detrás de esa cifra hay divergencias significativas entre departamentos y sectores económicos.
“Cada región enfrenta fuerzas que impulsan y otras que frenan su desarrollo: desde la resiliencia de la Andina, hasta los retos de conectividad en el Pacífico y las limitaciones estructurales en la Orinoquía”, se lee en el informe de Investigaciones Económicas.
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Para que la comparación sea justa, la Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercados utilizó una metodología de normalización de variables en una escala de 0 a 10.
Esto permite comparar peras con manzanas (crecimiento, inflación, desempleo, informalidad y remesas) entre 2022 y 2025, sin que las unidades de medida nos confundan. Se analizan cinco grandes zonas: Andina, Antioquia y Eje Cafetero, Caribe, Pacífico y Orinoquía.
Lo cierto es que, aunque el PIB nacional proyecta un crecimiento del 2,9% para 2025, la realidad es que cada sector, desde el agro hasta la construcción, se comporta de forma única según su ubicación.
Región Andina es el motor del comercio y los servicios financieros
Con 16,7 millones de habitantes y una pobreza del 23,7%, esta región es la más resiliente. Bogotá, Cundinamarca y Santander llevan la batuta gracias al comercio y exportaciones de café, flores y carne.
En infraestructura, proyectos como el Metro de Bogotá y el viaducto Los Chorros dan un respiro, aunque la vivienda sigue “fría”.
En el mercado laboral, el desempleo ha bajado en las capitales, pero la informalidad sigue siendo un “dolor de cabeza”, especialmente en Cúcuta (62,7%), mientras que Bogotá tiene la tasa más baja (34,8%). La inflación, aunque baja, sigue por encima del 5%.
“El mayor dinamismo de la economía ha favorecido al mercado laboral, de modo que la tasa de desempleo en las capitales disminuyó de forma consistente este año, con mínimos históricos en Bogotá por la mayor ocupación en transporte, almacenamiento y construcción”, se lee en el informe.
En lo financiero, la región tiene una cartera de 375 billones de pesos (51% del total nacional) y una profundización financiera del 47,7%, superando el promedio país.
El comercio en Bogotá ha crecido con ventas del 18,2%, impulsadas sobre todo por los vehículos nuevos. Por su parte, departamentos como Santander y Cundinamarca han liderado el empleo en el sector comercial en los últimos seis años.
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El reporte concluye que la Región Andina mantiene una economía resiliente y con señales de recuperación, aunque enfrenta retos que limitan la transmisión del crecimiento hacia el bienestar de los hogares. “La persistencia de la informalidad exige políticas que fortalezcan la calidad del empleo, mientras la inflación elevada se consolida como uno de los principales retos de la región”.
En tanto, el comercio, los servicios financieros, la construcción y la industria concentran las mayores oportunidades para consolidar la base productiva.
Antioquia y Eje Cafetero tienen el liderazgo industrial bajo presión del costo de vida
Esta zona del país de 8,2 millones de personas destaca por su dinamismo, pero sufre por la inflación. En Medellín, aunque hay empleo, los arriendos y el costo de vida están “por las nubes”.
“Antioquia mantiene estabilidad gracias a su diversificación productiva y a la fortaleza de su tejido empresarial. Sin embargo, los hogares han enfrentado una pérdida de poder adquisitivo significativa. El caso de Medellín es ilustrativo: una economía activa, con mercados laborales dinámicos, pero donde el aumento en el costo de vida, con especial afectación en arriendos, ha presionado de manera sostenida el ingreso”, detalla el estudio.
El sector manufacturero aquí es protagonista, departamentos como Caldas y Risaralda lideran el crecimiento industrial nacional.
La agroindustria también saca pecho con el café, cuyo precio interno subió un 18% en un año, y el auge del aguacate Hass. La gran apuesta a futuro es Puerto Antioquia, que promete bajar costos logísticos.
De manera, financiera, es la región con mayor profundización (58,3% del PIB) y tasas de interés más bajas (15,1%). La cartera de vivienda crece al 5,6% real, reflejando una recuperación alineada con el país.
No obstante, las iniciaciones de vivienda cayeron un 11,5% en Antioquia en 2025, señal de que el rebote aún no es total.
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“Las remesas cumplen un papel silencioso pero relevante, sobre todo en el Eje Cafetero. Su entrada ha ayudado a sostener el ingreso de los hogares en un contexto de inflación alta y crecimiento moderado. No obstante, también pueden estar contribuyendo, de manera indirecta, a presiones de demanda en economías locales donde la oferta es relativamente rígida, reforzando algunos aumentos de precios”, infiere el equipo de investigaciones.
Región Caribe con ajuste financiero y desafíos estructurales persistentes
En la Región Caribe, donde viven 9,9 millones de personas, enfrenta el panorama más difícil con una pobreza del 44,9%.
Su economía es frágil y desigual, con una inflación que golpea duro por los altos costos de la energía.
“El mercado laboral refleja estas tensiones. La región enfrenta un desafío estructural por la alta informalidad, que persiste incluso en periodos de mayor actividad. En departamentos como La Guajira, Sucre y Córdoba, buena parte del empleo se concentra en ocupaciones de baja productividad, lo que limita la capacidad de los hogares para aprovechar el crecimiento”.
El crédito en la región está “apretado”, con una caída real del 5,1% y las tasas de interés más altas del país (19,0%). La minería (carbón y gas) ha estado débil, aunque el turismo y la agricultura dan señales mixtas.
En construcción, mientras Atlántico sufre con una caída del 36,6% en iniciaciones de vivienda, Magdalena crece un 14,9%. Un dato clave de la región es la red vial en San Andrés, que tiene apenas un 51,9% en buen estado, siendo una prioridad de rehabilitación.
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“En conjunto, el Caribe enfrenta un entorno complejo, caracterizado por crecimiento limitado, presiones inflacionarias que afectan con mayor intensidad a los hogares y un mercado laboral con debilidades estructurales. No obstante, este panorama también revela espacios concretos para aprovechar oportunidades”, precisa el documento.
Región Pacífica con turismo y agroindustria como vías de recuperación
Con 6,8 millones de habitantes, el Pacífico lucha contra brechas históricas. Cali y Pasto han sentido fuerte la inflación en alimentos.
Sin embargo, la caña de azúcar en el Valle y Cauca tuvo un buen año con un crecimiento del 8% en molienda. Chocó ve oportunidades en el cacao y plátano, pese a problemas con el arroz.
“Departamentos como Chocó y Nariño presentan un crecimiento reducido y altamente volátil, condicionado por una estructura productiva poco diversificada y una elevada dependencia de actividades primarias. En el Valle del Cauca, y particularmente en Cali, la situación es algo más favorable gracias a un mayor peso del sector industrial y de servicios, pero aun así insuficiente para arrastrar al conjunto de la región”, reseña el informe.
El consumo aquí está cambiando, la gente gasta menos en servicios básicos y más en turismo y entretenimiento (+18%). Cauca es el departamento que más crece en consumo (5,9%).
El crédito se recupera gradualmente, pero la cartera comercial sigue un 18,9% por debajo de los niveles prepandemia (2019).
“Las remesas aparecen como un soporte relevante para el ingreso de los hogares, sobre todo en Nariño y Valle del Cauca. Estos flujos han ayudado a suavizar choques de corto plazo y a sostener el consumo en un entorno macroeconómico adverso”.
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Región Orinoquía tiene un potencial gigante frenado por la seguridad
Esta región (incluyendo la Amazonía) tiene 2,5 millones de personas y un potencial agropecuario inmenso en la Altillanura. Sin embargo, su participación en la economía nacional es apenas del 6,1%, limitada por la inseguridad y la falta de inversión.
Lo positivo es el desempleo que bajó en Villavicencio y Florencia. Lo preocupante, la calidad del empleo, con más de la mitad de los ocupados en la informalidad.
Entre 2023 y 2024, departamentos como Arauca, Caquetá, Casanare, Meta y Guaviare mostraron cifras de crecimiento mayores que la del total nacional.
“Dentro de los principales motores de estos avances resaltamos: 1) las actividades agropecuarias, en especial el cultivo de arroz y palma, y la ganadería; 2) la producción de petróleo; y 3) el comercio de bienes tanto durables como no durables, en específico de vehículos y motos, y ocupación hotelera”.
Además, departamentos como Vichada tienen un déficit habitacional extremo del 92,9%. En lo financiero, el microcrédito es el salvavidas, creciendo un 10,7% real.
La red vial es casi inexistente en Amazonas y muy deficiente en Arauca.
“La región de la Orinoquía, aunque presenta retos de alto calibre, puede convertirse en un protagonista del crecimiento nacional. Las aptas condiciones para la agricultura en subregiones como la Altillanura, así como la amplia oferta de recursos naturales pueden ser la fuente de una mayor atracción de inversión al territorio”.
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