La Alcaldía de Medellín, a través del programa Parceros, puso recientemente en marcha una nueva estrategia enfocada en los jóvenes que están a punto de culminar su servicio militar obligatorio, con el objetivo de ofrecerles oportunidades reales en el mercado laboral y educativo, alejándolos del riesgo de ser reclutados por estructuras criminales y facilitando su reintegración a la vida civil.
“Con Parceros acompañamos a quienes terminan su servicio militar obligatorio, porque sabemos que ese momento de transición a la vida civil puede ser un punto de quiebre”, señaló el secretario de Juventud Ricardo Jaramillo, quien está liderando este componente del programa que nació desde la Secretaría de Seguridad.
Jaramillo explicó que muchos de estos jóvenes, que a menudo provienen de diversas partes del país y no tienen redes de apoyo familiar o de amistades en Medellín, son particularmente vulnerables al reclutamiento. “Saben cómo manejar armas, cómo funcionan las jerarquías y cómo seguir instrucciones”, lo que los convierte en un blanco atractivo para los grupos delictivos.
Actualmente, el programa acompaña a 250 jóvenes que prestan servicio en la Cuarta Brigada, ofreciéndoles mentorías personalizadas, acceso a educación y empleo, y formación en habilidades para la vida.
Así funciona el programa
El trabajo de Parceros con los jóvenes militares que están próximos a egresar del Ejército Nacional se estructura en tres componentes clave para asegurar una transición exitosa a la vida civil y prevenir su instrumentalización por parte de grupos delictivos.
El primero es el acompañamiento psicológico con terapia cognitivo-conductual (TCC). En este punto los equipos psicosociales y psicológicos de Parceros van directamente a los batallones donde los jóvenes prestan su servicio. Allí realizan una serie de diez sesiones de terapia cognitivo-conductual, una técnica probada para mejorar la salud mental.
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Esta intervención es crucial, pues, según Jaramillo se han encontrado en general con altos índices de ansiedad y altos índices de depresión en los jóvenes. Gracias a esta terapia, se ha logrado una reducción del 91% en la depresión clínica grave y del 82% en la ansiedad clínica severa en el programa.
“Si un joven no tiene una buena condición de salud mental, si un joven está deprimido o ansioso, pues muy difícilmente se va a poder enganchar en un trabajo o en un estudio después. Este proceso busca atender esa ‘hemorragia’ primero”, afirma Jaramillo.
El segundo componente consiste en un moldeamiento vocacional: en estas sesiones, el programa trabaja con cada joven para identificar sus intereses y habilidades, así como las áreas laborales con alta demanda en el mercado. Se les brinda apoyo para crear sus hojas de vida y reunir todos los documentos necesarios para futuras contrataciones.
Finalmente, el programa se enfoca en la conexión con oportunidades reales de empleo y educación. Una vez los jóvenes han avanzado en los componentes psicológico y vocacional, Parceros organiza ruedas de contratación en las instalaciones militares o en otros puntos estratégicos. En estas jornadas participan diversas empresas aliadas del sector privado, comprometidas a ofrecerles oportunidades laborales. Además, se buscan activamente oportunidades educativas para facilitar su reintegración completa a la vida civil.
Durante estas jornadas de atención y las sesiones, los jóvenes reciben apoyo para el transporte y refrigerios.
Este acompañamiento busca que los jóvenes adquieran las capacidades necesarias para que, con autonomía, puedan conectarse con oportunidades reales sin depender del Estado.
Para Nailibeth Guzmán, una de las mujeres beneficiarias “es importante porque nuestra perspectiva cambia, porque no nos sentiremos solos cuando ya no estemos dentro de la institución e iniciemos, nuevamente, la vida civil”.
Parceros es más grande
La estrategia con los jóvenes que prestan servicio militar se suma a un esfuerzo más amplio de Parceros por “fortalecer la capacidad de agencia de los jóvenes más vulnerables de la ciudad”.
El programa, que nació en 2018 y se convirtió en acuerdo municipal en 2019, pero que se suspendió durante la pasada administración de la ciudad, busca arrebatarle jóvenes a la violencia y la ilegalidad. Con una inversión de más de $10.000 millones para la atención de sus diferentes subgrupos, Parceros ha llegado a más de 5.000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes desde el 2024.
El programa Parceros está dividido en 5 frentes:
• Parceras: Atiende a mujeres, muchas de ellas en situación de prostitución o explotación sexual, brindándoles acompañamiento psicosocial y oportunidades de estudio, trabajo o emprendimiento.
• Parceritos: Dirigido a niños de 10 a 14 o 15 años en colegios públicos, que ya han tenido interacciones con bandas o han iniciado el consumo de drogas.
• Parceros (grupo original): Jóvenes que, aunque no están sindicados por delitos, están reseñados por la policía o el ICBF y se encuentran al borde de cruzar la línea de la legalidad.
• Parceros Privados de la Libertad (PPL): Esta reciente modalidad, lanzada en 2025, busca atender a 200 personas en la cárcel El Pedregal (100 hombres y 100 mujeres) y a 250 jóvenes del Centro de Atención al Joven Carlos Lleras Restrepo. El objetivo es brindarles herramientas para resignificar sus proyectos de vida y facilitar su resocialización, con formación en desarrollo personal, manejo de emociones y habilidades laborales.
Los jóvenes interesados en hacer parte del programa pueden escribir a Medellín.parceros a través de Instagram para ser posteriormente contactados.
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La colaboración es clave para el éxito del programa. La Secretaría de Seguridad y Convivencia trabaja de la mano con la Secretaría de la Juventud. Además, Parceros ha establecido alianzas con entidades como USAID, ACDI/VOCA y la Fundación Conconcreto, y cuenta con el apoyo fundamental del sector privado. Este enfoque integral ha valido a Parceros un reconocimiento internacional como Mejor Proyecto en Prevención del Delito en la XVII Misión Internacional de Ciudades Seguras.
Ricardo Jaramillo concluyó con un llamado a la acción para las empresas: “la sociedad tiene una deuda de gratitud con ellos y darles un trabajo es la mejor forma de retribuir esa deuda que tenemos con quienes nos prestan sus servicios y quienes dan su vida literalmente por nosotros”.