Hombre que duró 264 horas sin dormir contó los impactos que dejó en su salud mental
El protagonista de esta historia hizo esa gracia cuando tenía 17 años con la compañía con dos amigos para ganar un premio en una feria de ciencias en Estados Unidos.
El experimento le dejó al hombre secuelas como paranoia y alucinaciones. FOTO SSTOCK
Dormir, y sobretodo dormir bien y suficiente, no es un lujo. Es una necesidad del cuerpo humano y de este hábito nace el buen desempeño en el trabajo y la vida. Esta verdad fue puesta a prueba por tres adolescentes estadounidenses en 1963 cuando intentaron romper un récord para una feria de ciencias. El experimento, sin embargo, salió mal para el joven que se prestó para eso.
Ese año, Randy Gardner, un joven de 17 años de San Diego (California) estableció el récord mundial al permanecer despierto durante 264 horas (11 días) como parte de un experimento para la feria de ciencias de su escuela. Junto a sus amigos —Bruce McAllister y Joe Marciano— se propuso explorar los efectos de la privación del sueño en el cerebro humano. El desafío atrajo la atención de científicos, incluido el Dr. William Dement, pionero en la investigación en medicina del sueño, quien supervisó el experimento en sus últimos días.
A medida que avanzaba el experimento, Gardner comenzó a experimentar efectos adversos. Tras 72 horas sin dormir, presentó problemas de concentración, pérdida de memoria a corto plazo, mal humor, paranoia y alucinaciones. Estos síntomas empeoraron con el paso del tiempo, que terminó afectando su capacidad para comunicarse y realizar tareas cotidianas. A pesar de estos desafíos, continuó con el experimento, impulsado por la atención mediática y el deseo de completar el inédito desafío.
El Dr. Dement documentó los efectos en el cerebro de Gardner, observando que, a pesar de la privación extrema del sueño, el joven mantenía ciertas funciones cognitivas. Por ejemplo, logró ganar una partida de pinball después de diez días sin dormir. No obstante, también se registraron deterioros en su coordinación motora y habilidades lingüísticas.
“Hicimos de todo. Caminamos por las playas a toda hora. Visitamos la cárcel del condado a las tres de la mañana. Lo que sea, lo logramos”, recordó el hombre sobre los estímulos que recibió para no dormirse, entre los que estaban tomar Coca Cola, escuchar música a alto volumen y bañarse con agua fría y caliente.
Al concluir el experimento, Gardner durmió durante 14 horas seguidas. Posteriormente, su patrón de sueño se normalizó sin aparentes secuelas físicas o mentales inmediatas. Pero décadas después admitió que la experiencia le dejó secuelas psicológicas, incluyendo insomnio crónico y dificultades emocionales, que atribuyó al estrés prolongado durante el experimento.
“Para entonces (el quinto día) había salido en los periódicos y los servicios de noticias lo recogieron y ya era demasiado tarde. No podía echarme atrás. Así que ahí estaba yo, atrapado en esta cosa. Así que pensé, hagámoslo, hagámoslo los 11 días”, aseguró Gardner al Guinness World Records, que publicó un video en YouTube recordando el suceso.
Este caso ha sido objeto de numerosos estudios sobre los efectos de la privación del sueño, los cuales han demostrado que la falta de sueño puede afectar negativamente la memoria, la atención, el estado de ánimo y la función cognitiva en general. Además, puede aumentar el riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos y problemas de salud física.
El experimento de Gardner también ha sido comparado con otros casos de privación extrema del sueño, como el de Peter Tripp, un DJ que pasó 201 horas despierto para una campaña benéfica. En ambos casos, los participantes experimentaron cambios extremos en su comportamiento y salud mental.
Este caso hoy en día representa un recordatorio de los peligros de la privación extrema del sueño y la importancia de comprender sus efectos en la salud humana. Y si bien su experimento proporcionó valiosos datos científicos, destacó la necesidad de abordar con precaución cualquier desafío que ponga en riesgo el bienestar físico y mental.
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