La dieta cetogénica, también conocida como Keto, ha ganado mucha popularidad en los últimos años. Se habla mucho de ella, sobre todo en internet, y se dice que es una forma rápida de perder peso. A simple vista, la dieta consiste en limitar la ingesta diaria de carbohidratos, aumentar el consumo de grasas y moderar las proteínas. Lo que se busca es que el cuerpo entre en cetosis, un proceso metabólico natural en el que el cuerpo, ante la falta de carbohidratos (azúcares), empieza a quemar grasa para obtener energía. Parece una dieta de ensueño, basada en tocineta y chicharrón, pero no es así. Nada es tan simple como parece en internet.
La moda vs la historia
La historia de esta dieta empezó en 1921, cuando la Clínica Mayo realizó el primer ensayo clínico sobre este tipo de dieta, estudiando sus efectos en niños con epilepsia. Los resultados fueron positivos: entrar en cetosis ayudaba a reducir las convulsiones. Con el paso de los años y los avances farmacológicos en el tratamiento de la epilepsia, la dieta cetogénica desapareció gradualmente del panorama terapéutico, pues era mucho más difícil para los pacientes seguir una dieta que tomar medicamentos.
Pero las dietas tiene ciclos, como la moda, y la Keto ha tenido varios picos de popularidad desde los años 70, ya no como tratamiento para la epilepsia, sino para la pérdida de peso acelerada.
El furor por este tipo de dieta se explica por diversos factores, entre otros por el afán de la gente de bajar de peso rápido.
–Las redes sociales han satanizado a los carbohidratos. Se culpa del aumento de peso al arroz, la papa, la yuca. La gente cree que al quitar los carbohidratos pierde peso más rápido, pero no necesariamente es así –dice Catherine Zuluaga, nutricionista.
–Hay una sobre información y lo que hacen muchas personas es coger un poquito de una dieta, otro poquito de otra y mezclan tantas cosas que no termina siendo beneficioso –dice Catalaina Echverry, también nutricionista.
Las dos coinciden al decir que la dieta Keto no es ni la primera ni la mejor opción para la población en general. Este tipo de dieta se recomienda para personas con diabetes o triglicéridos altos, pero siempre bajo supervisión profesional, incluyendo exámenes médicos antes, durante y después, y solo por un par de meses.
No es una dieta que se pueda asumir como un estilo de vida y tampoco es cualquier tipo de grasa la indicada. No se trata de chicharrón y tocineta, sino aguacate, aceite de oliva, frutos secos, entre otros, pero siempre bajo supervisión médica cuidando cubrir todos los macronutrientes que el cuerpo necesita.
¿Qué recomiendan las nutricionistas?
Comer mejor. Parece sencillo, pero no lo es tanto...
–Creo que hemos complicado más de lo que se debería el tema de la alimentación saludable. Lo ideal sería que fuera más a la antigua, donde había menos procesados y más de lo que venía de la tierra: papa, yuca, plátano, arroz, frutas, verduras. Más natural y menos procesado. Ahora tenemos más información, más acceso a los recursos, pero menos salud –dice Zuluaga.
Además, comer mejor tampoco es comer menos.
–Siempre hemos entendido las dietas como quitar. Dejar esto o lo otro, pero para mí tiene que ver con decisiones más conscientes. Empezar a comer más frutas, verduras, frutos secos. Los nutricionistas hablamos de comerse el arcoiris, es decir, incluir colores en la alimentación por los antioxidantes que tienen –dice Echverry.
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Las buenas decisiones no tienen que ver solo con lo que comemos, aquello con lo que alimentamos el cuerpo, sino lo con lo que vemos y escuchamos, con lo que decidimos creer y alimentamos los pensamientos.
–Hoy en día en redes sociales el más polémico es el que más vende, parece que mientras más extraordinario sea lo que tú dices, la gente más lo cree. Entonces creen que lo malo es comer normal y lo bueno es comprar cosas raras, carísimas, pero muchas veces eso es más marketing que otra cosa, porque te venden un montón de productos y mucha parte de eso es la industria alimentaria ahí por debajo, tergiversando información para poder vendernos cosas –dice Zuluaga.
Lo importante, entonces, es comer bien, y si no sabe lo que es eso, consulte con un profesional.