La advertencia llegó desde dos frentes que rara vez coinciden en un mismo tono: la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmaron que una tormenta solar “grave” golpeó la Tierra anoche y que las perturbaciones geomagnéticas podrían continuar hoy.
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Horas después de ese primer informe, la NOAA detalló que la perturbación magnética propia del evento, se intensificó rápidamente. Los meteorólogos de su Centro de Predicción del Clima Espacial explicaron que el campo magnético de la Tierra enfrenta una fuerza equivalente a ocho veces su nivel normal de fondo. Al mismo tiempo, la ESA señaló que el episodio podría alcanzar niveles “graves”, especialmente mientras se espera la llegada de una tercera eyección de masa coronal (CME), la más energética de las emitidas por el Sol en los últimos días.
El nivel G4, en el que fue catalogada, no implica un riesgo biológico para las personas, pero sí puede provocar interrupciones en comunicaciones de radio de alta frecuencia, alteraciones en la precisión del GPS, desajustes en sistemas de navegación y anomalías en satélites. De hecho, varios operadores han activado protocolos de prevención frente a posibles fallos en instrumentos electrónicos.
Estas tormentas, explicó el jefe de la Oficina de Meteorología Espacial de la ESA, Juha-Pekka Luntama, son especialmente complejas cuando varias erupciones se solapan en el espacio, y advirtió que “nuestro planeta fue impactado anoche por dos eyecciones de masa solar consecutivas”, y que se espera una tercera que podría fusionarse con las anteriores y elevar aún más la perturbación geomagnética.
En paralelo, la NOAA informó a operadores de infraestructura crítica— desde redes eléctricas hasta servicios satelitales— para que adopten medidas preventivas, pues reconoce que este tipo de tormentas pueden generar problemas temporales de voltaje, interferencias y errores transitorios en sistemas electrónicos sensibles.
La ESA, por su parte, confirmó que la llamarada registrada el martes fue una erupción clase X5.1, una de las más intensas de los últimos años, causando una fulguración que liberó una corriente de partículas de alta energía que continúa golpeando el entorno terrestre. Para Europa, África y Asia, las regiones expuestas durante el momento del impacto, el riesgo de perturbaciones será mayor.
Por lo pronto, mientras se monitorea la llegada de la CME más fuerte, los científicos resaltan que esta tormenta no llega sola: corresponde a un pico de actividad en un ciclo solar que ha mostrado comportamientos inusualmente agresivos. De hecho, la NOAA indicó que este evento podría llegar a los niveles más altos registrados desde 2024.
¿Qué es exactamente una tormenta solar y por qué puede afectar a la Tierra?
Más allá de las alertas inmediatas, comprender qué es una tormenta solar resulta clave. Estas perturbaciones no son simples “llamaradas bonitas” ni se reducen al espectáculo de auroras boreales. Son fenómenos que pueden alterar, a escalas amplias, los sistemas que sostienen buena parte de la vida tecnológica actual.
Las tormentas solares comienzan con explosiones en la superficie del Sol. Sobre este punto, el astrónomo Mauricio Arango explica a EL COLOMBIANO que “una tormenta solar se genera cuando el Sol libera una enorme cantidad de energía en forma de radiación electromagnética y partículas cargadas que se dispersan por el espacio”. Cuando estas partículas viajan a gran velocidad y se dirigen hacia la Tierra, pueden desencadenar una tormenta geomagnética al interactuar con la magnetosfera.
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Ese material solar expulsado—plasma compuesto por protones y electrones— altera el campo magnético terrestre, genera corrientes eléctricas en la ionosfera y produce auroras en latitudes que normalmente no las reciben. Fue lo que ocurrió en mayo de 2024, cuando la actividad solar permitió ver auroras en zonas tan inusuales como España o México.
Para detectarlas, los científicos dependen de monitoreo permanente. Juan Camilo Buitrago Casas, físico de la Universidad Nacional, explica que “la detección de tormentas solares se realiza a través de satélites que monitorean el viento solar y las perturbaciones en el campo magnético de la Tierra”. Esos datos permiten anticipar la llegada de una tormenta y estimar su intensidad, algo crucial cuando la infraestructura tecnológica global depende de señales de navegación, comunicaciones y satélites operativos.
Ahora bien, las tormentas se clasifican desde G1 (menor) hasta G5 (extrema). Las de categoría G5 pueden causar interrupciones significativas en redes eléctricas, fallas de navegación y daños a satélites. Ejemplos históricos como el Evento Carrington de 1859 y la tormenta de Quebec en 1989 demuestran que el impacto puede ser profundo.
La astrónoma Maryory Loaiza Agudelo, en conversación con este periódico, resume los riesgos de forma directa: “Las tormentas geomagnéticas pueden causar interferencias en las comunicaciones por radio, afectar los sistemas de navegación por satélite y provocar fallos en las redes eléctricas”. Y aunque el episodio actual no se espera que alcance un nivel extremo, la gravedad de la alerta es poco habitual.
En esta ocasión, España y buena parte de América Latina no estuvieron ni están entre las regiones más expuestas, según sus agencias científicas nacionales. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, la estabilidad de satélites, redes eléctricas y sistemas de navegación tiene implicaciones globales.
Por ahora, la recomendación de las agencias es clara: mantener seguimiento, asegurar protocolos tecnológicos y monitorear las próximas horas, que serán decisivas.
Bloque de preguntas y respuestas
- ¿Cuánto dura una tormenta solar grave?
- Generalmente entre 24 y 48 horas, aunque sus efectos en sistemas electrónicos pueden prolongarse si hay nuevas eyecciones de masa coronal.
- ¿Puede una tormenta solar afectar los vuelos o la energía eléctrica?
- Sí. Puede alterar rutas polares y causar fluctuaciones de voltaje en redes eléctricas, especialmente en latitudes altas.
- ¿Qué nivel de tormenta solar representa peligro para la Tierra?
- Las tormentas clasificadas como G5 son las más extremas y pueden dañar satélites y causar apagones generalizados.