Pico y Placa Medellín
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Ingeniero civil con maestrías en Finanzas de la Universidad EAFIT y Administración de City, University of London. Ha sido analista financiero, consultor en estrategia, director de Planeación, y hoy lidera proyectos corporativos en Comfama. Su trayectoria combina el análisis cuantitativo con la comprensión económica de empresas y regiones. Apasionado por los desafíos que despiertan su curiosidad, Mateo plantea lo que Medellín requiere para consolidarse como destino global sostenible.
Por Mateo Castaño Sierra - @Matecastano
El día que me negaron Colfuturo fue uno de los peores de mi vida. Llevaba casi dos años organizándome para irme a estudiar un MBA a Londres y el 13 de mayo de 2021 me llegó una carta que empezaba con un fulminante: “Tu solicitud a nuestra Convocatoria 2021 no fue seleccionada”. Organizarme había implicado aplicar a decenas de universidades, presentar varios exámenes (TOEFL y GMAT), escribir ensayos, traducir papeles, gastar plata en aplicaciones mientras ahorraba, pedir ayuda a mi familia y un largo etcétera. Recuerdo con claridad la frustración del rechazo: no era solo un alto al sueño, sino también la sensación de tiempo, energía y recursos perdidos.
Me imagino que el pasado 23 de diciembre muchos jóvenes colombianos sintieron algo parecido. Ese día les llegó un correo informando que el Gobierno Nacional había retirado los recursos del Programa de Crédito Beca de Colfuturo para 2026. Para quienes no lo conocen, Colfuturo ha permitido en 20 años que más de 25.000 colombianos —la mayoría de estratos 1 a 4— estudien maestrías y doctorados en el exterior y regresen al país a aplicar su conocimiento. Y, al menos por ahora, eso se acabó. No me imagino la rabia de quienes ya estaban aplicando. Porque yo, en su momento, me fallé a mí mismo.
Pero a estos jóvenes les falló el país. Y todo en vísperas de Navidad. El Gobierno convertido en Grinch. Again.
Pero esta historia puede tener un final menos amargo. Ofrezco mi caso. Cuando me negaron Colfuturo entendí algo clave: al final, Colfuturo también es un crédito, aunque uno pueda condonar entre el 30 % y el 60 % si regresa a Colombia. Como igual iba a endeudarme, busqué alternativas. Así llegué a Prodigy Finance, una fintech británica que ofrece créditos educativos de largo plazo para estudiantes de países emergentes que van a estudiar maestrías —no doctorados— en universidades de países anglosajones.
Llené la solicitud en un par de semanas y me aprobaron un préstamo a 15 años. Sin fiadores ni colateral.
El crédito se basa en tu perfil y en la expectativa de ingresos futuros tras la maestría.
Al principio la deuda lo marea un poco a uno, pero prefiero pensar que tengo el apartamento que quería en la cabeza. Aquí va mi consejo: si usted quiere estudiar economía, administración, ingeniería, matemáticas o alguna maestría (no doctorado) con alto retorno económico Prodigy Finance puede ser una alternativa, sobre todo si se complementa con una beca parcial de la universidad.
Nada de esto es ideal. Prodigy no funciona para doctorados, ni fuera de USA, Reino Unido o un puñado de universidades europeas, ni tampoco para maestrías en humanidades como sociología o antropología. Pero el lado positivo es que no se queda “atado” a volver al país. Esto es malo para Colombia, al menos en el corto plazo, pero bueno para los colombianos destacados. Hace unos meses escribí “quédense que esto se compone”. Me va a tocar corregirme. Entre quedarse sin estudiar aquí o estudiar afuera endeudados, es mejor lo segundo. Salgan. Fórmense. Y quédense allá un tiempo. Para que al volver formados, educados y experimentados nos ayuden a que esto lo compongamos entre todos. Así sea endeudados.
Ingeniero civil con maestrías en Finanzas de la Universidad EAFIT y Administración de City, University of London. Ha sido analista financiero, consultor en estrategia, director de Planeación, y hoy lidera proyectos corporativos en Comfama. Su trayectoria combina el análisis cuantitativo con la comprensión económica de empresas y regiones. Apasionado por los desafíos que despiertan su curiosidad, Mateo plantea lo que Medellín requiere para consolidarse como destino global sostenible.