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Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
La familia promedio colombiana es distinta a la de hace un siglo, cuando era un país más rural que urbano, lo que hacía beneficioso tener más hijos, no solo porque Dios así lo quería sino porque más muchachos eran más trabajadores para la finca. Las mujeres, quienes finalmente terminaban encargadas de administrar los resultados de esa elevada producción hijícola, estaban al tanto de la casa y la crianza del ejército de “herederos” que había que alimentar y vestir. Lo primero era un acto de magia o multiplicación de los panes y peces, arepas o fríjoles por estas tierras, buscando más que quedasen llenos que bien alimentados. El vestir era más un trabajo de remiendos para asegurar que la camisa del hermano mayor pasara al menos por 4 o 5 hermanos más.
El hombre salía temprano a conseguir la comida para el batallón que había engendrado y, si no se había ido a “desestresar” a la cantina del pueblo, llegaba al hogar cuando el sol se había retirado del horizonte. En casa, su llegada era como el regreso de un rey que había salido para la guerra y retornaba vivo y victorioso, por lo que su esposa se esmeraba que fuese atendido como tal, le sirvieran la comida y luego se retirara a descansar. La cocina era territorio vedado para el señor de la casa, y posiblemente nunca entraría en ella más de dos veces en su vida. El oficio de la casa era algo vetado para el hombre, que ignoraba todo el trabajo necesario para encontrar su casa en la noche igual o mejor que cuando había salido en la mañana. El trabajo de la casa nunca se ve. Solo se nota cuando no se hace.
Hoy el país es mayoritariamente urbano, y tener hijos, bien caros que son, no son una bendición. Las mujeres afortunadamente están estudiando más que los hombres y pueden definir gran parte de sus vidas, tienen su propio dinero y hasta pueden mandar al carajo al que está molestando mucho. Pero será que en este siglo, supuestamente más equilibrado entre esposos y esposas, ¿los hombres sabrán donde está la olla a presión de la casa? ¿dónde se guarda el arroz y cómo se plancha una camisa? No creo que tengamos datos al respecto.
Los EE. UU., país en donde todo se mide y desde hace tiempo, y si no vea la transmisión de un partido de beisbol o fútbol americano, monitorean todo. Un estudio con datos entre 2022 y 2024 sobre en qué actividades en promedio participan más los hombres y mujeres estadounidenses, indica que las mujeres todavía dedican muchas más horas del día a las actividades domésticas que sus compañeros masculinos. Los hombres, además de horas laborales, destinan más horas que las mujeres solamente en: socializar, ejercicio y deportes. Las mujeres en cambio los superan en: horas dedicadas al cuidado personal, actividades domésticas, cuidado de los miembros de la familia y de los adultos que no viven con ellos, educación, compras de consumo, servicios profesionales, actividades religiosas y de voluntariado, y llamadas telefónicas.
Una pregunta para las señoras: ¿Su esposo sirve para algo en su casa? o es la reencarnación de su abuelito.