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Un mando con poca inteligencia

El secretario agradece el espaldarazo y dice que su labor es titánica y que la renovación que adelanta requiere esfuerzos de fondo y de forma.

hace 2 horas
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  • Un mando con poca inteligencia

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

La decisión de Donald Trump de nombrar como secretario de Defensa a Pete Hegseth, un antiguo oficial de la Guardia Nacional del Ejército, más conocido por ser presentador de la conservadora Fox News que por sus logros militares, causó incomodidad a finales del año pasado. Hegseth, un tipo acostumbrado a la confrontación en la pantalla, pasó así a dirigir el Pentágono y a ser el responsable de la seguridad nacional y las fuerzas armadas de la primera potencia del mundo. Con tres meses en el cargo su labor ha sido un caos, su puesto se tambalea y no hay un día en el que no lo persiga un escándalo por inoperante o descuidado.

Según han reportado medios como el New York Times, The Washington Post o Político, con fuentes cercanas a Hegseth -que incluyen antiguos miembros de su equipo con nombres propios- lo que se vive en la Secretaría es una espiral de desorganización y desconfianza que pone en peligro no solo a la oficina más importante del gobierno sino a la seguridad de la nación. Lo más alto de la pirámide del despacho está compuesto por personajes de confianza del antiguo presentador de TV, pero con experiencia insuficiente para encarar la monstruosa labor que se les asigna y, así, las peleas en público, la filtración de información sensible por chat no codificados, el envío de datos confidenciales a personas equivocadas y la creciente desconfianza, han creado un descenso del que se hace difícil salir.

El presidente Trump, que insistió en su nombramiento hace seis meses a pesar de las críticas, le mantiene el apoyo, pero las voces que piden su dimisión desde el Congreso aumentan. Elon Musk, motosierra del gasto público, insiste además que es necesario un recorte superior al 20 por ciento entre los trabajadores civiles del Pentágono. De hacerlo, el golpe para la cartera sería mortal.

La Casa Blanca, que como toda fuerza oficial ve en las críticas la confabulación de manos oscuras y el odio ciego de la oposición, insiste en que los ataques contra Hegseth son la evidencia de que está haciendo bien su trabajo. Es la consecuencia, reclaman, de pisar callos, remover polvo acumulado y eliminar burocracia. El secretario agradece el espaldarazo y dice que su labor es titánica y que la renovación que adelanta requiere esfuerzos de fondo y de forma. Por eso, ordena, al mismo tiempo, ataques en Yemen o nuevos apoyos a Israel mientras anuncia, para “recomponer” la imagen del Ejército más poderoso del mundo, la revisión del físico de sus integrantes. Dice que entre sus tropas no quiere “ni desaliñados, ni gordos”. “Our troops will be fit — not fat”, es su nuevo eslogan. Es por eso que lo odian y promete encontrar quiénes son y despedirlos. Insiste en que los que hablan contra él son trabajadores vengativos por su nueva forma de liderar el barco. Lo que muchos cuestionan, sin embargo, es si realmente hay alguien al timón.

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