China volvió a mover sus fichas en la guerra comercial al reforzar su control sobre las llamadas tierras raras, un conjunto de 17 minerales esenciales para la fabricación de vehículos eléctricos, paneles solares, teléfonos inteligentes, sistemas de defensa y hasta billetes de euro.
Pekín, que produce el 70% de estos minerales y refina casi el 90%, decidió imponer nuevas restricciones a sus exportaciones, un golpe directo a la industria tecnológica mundial y un recordatorio de su papel como potencia minera estratégica.
Las medidas fueron adoptadas en respuesta a los gravámenes anunciados por el Gobierno de Donald Trump el pasado 2 de abril, en lo que él mismo bautizó como el “Día de la Liberación”, intensificando así una guerra comercial que ya venía escalando desde 2023.
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¿Qué son las tierras raras y por qué son tan valiosas?
Pese a su nombre, las tierras raras no son tan escasas como sugiere el término. Se trata de 17 elementos químicos —entre ellos el escandio, el itrio y los lantánidos— que se encuentran juntos en la naturaleza y poseen propiedades magnéticas, luminiscentes y electroquímicas únicas.
Su presencia es clave en productos cotidianos y estratégicos: desde pantallas táctiles y turbinas eólicas hasta baterías de autos eléctricos y sistemas de guiado militar.
Incluso los billetes de euro los contienen, para evitar falsificaciones.
El término “tierra” alude a los óxidos en los que se presentan estos elementos, una denominación que se mantiene por tradición.
Su procesamiento, sin embargo, es complejo y altamente contaminante, lo que ha permitido a China dominar la industria al tolerar durante décadas estándares medioambientales más bajos y costos de producción reducidos.
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El “monopolio” chino: una ventaja construida con décadas de estrategia
El dominio chino sobre las tierras raras no es casualidad. Desde la década de 1980, el país asiático clasificó estos minerales como recursos estratégicos, otorgó subsidios a empresas nacionales y concentró su explotación en regiones como Bayan Obo (Mongolia Interior).
Hoy, China posee cerca del 49% de las reservas globales —unos 44 millones de toneladas— y controla el grueso del procesamiento y refinado mundial, incluso importando material desde Birmania.
El liderazgo fue descrito en 1992 por Deng Xiaoping, el arquitecto de la apertura económica china, con una frase que hoy suena profética: “Oriente Medio tiene petróleo, China tiene tierras raras”.
El país consolidó su hegemonía al tiempo que Estados Unidos abandonaba su producción doméstica, cerrando minas por razones ambientales. Ahora, esa dependencia se ha convertido en una carta geopolítica de primer orden.
En 2024, Pekín aprobó la primera regulación específica para la industria de tierras raras, y desde julio de 2025 rige la nueva Ley de Recursos Minerales, que refuerza el control estatal, introduce licitaciones competitivas y obliga a la restauración ecológica tras la extracción.
La norma busca cerrar el círculo: mantener el liderazgo en un sector clave y, al mismo tiempo, controlar el acceso extranjero a los insumos que sostienen las cadenas globales de producción tecnológica.
El mensaje de China es este: no solo extrae minerales, también define las reglas del juego global.
Washington busca una tregua: acuerdo tentativo con Pekín
Ante la presión de los mercados y los productores tecnológicos, Estados Unidos anunció un acuerdo tentativo con China para reducir tensiones.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó en declaraciones a la cadena ABC que Washington descartará el aumento del 100% de los aranceles a productos chinos, a cambio de que Pekín aplace durante un año las nuevas restricciones a la exportación de tierras raras.
“El acuerdo evitará los aranceles”, dijo Bessent tras reunirse en Kuala Lumpur con el viceprimer ministro chino, He Lifeng. Según el funcionario, China reexaminará sus controles durante ese plazo.
El entendimiento preliminar llega antes de la reunión entre Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur, prevista para la cumbre del Foro APEC. Ambos líderes podrían formalizar el pacto esta semana, según adelantó el Tesoro estadounidense.
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Concesiones cruzadas: soja, TikTok y fentanilo sobre la mesa
Como parte del acercamiento, Pekín también acordó retomar las compras de soja estadounidense, un gesto simbólico hacia los agricultores del medio oeste, base política clave para Trump.
China había suspendido sus pedidos durante la disputa comercial, afectando severamente las exportaciones agrícolas norteamericanas.
Bessent confirmó además un avance en la negociación por TikTok, la aplicación china con 170 millones de usuarios en EE. UU., cuyo control será cedido a un grupo de inversionistas estadounidenses aliados de la Casa Blanca.
El diálogo bilateral incluyó incluso un tema inesperado: el combate al tráfico de fentanilo, un potente opioide cuya producción ilegal Washington atribuye a redes chinas. Pekín, por su parte, prometió cooperar con EE. UU. en el control de precursores químicos.
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Mientras tanto, Estados Unidos y Japón firmaron un acuerdo paralelo para garantizar el suministro de minerales críticos y tierras raras, fortaleciendo su cooperación en tecnología, defensa y energías limpias. El pacto busca reducir la dependencia de China y asegurar cadenas de suministro más resilientes.
Ambos países identificarán proyectos conjuntos en sectores como baterías, imanes permanentes, catalizadores y materiales ópticos, con participación del sector privado. Washington también firmó durante la gira de Trump un acuerdo similar con Malasia, con el mismo objetivo.
Trump y Xi, cara a cara: el mundo pendiente de Busan
“Creo que tendremos una gran reunión con el presidente Xi y resolveremos muchos problemas”, dijo Trump antes de aterrizar en Corea del Sur a bordo del Air Force One.
El mandatario estadounidense espera que el encuentro reduzca los aranceles asociados al conflicto por el fentanilo y allane el camino hacia un nuevo entendimiento comercial.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino confirmó que la cita en Busan, cerca de Gyeongju, será una conversación “profunda” sobre temas estratégicos de largo plazo y las tensiones comerciales.
El analista William Yang, del International Crisis Group, advirtió que, aunque existe “un contexto de acuerdo”, Washington busca una victoria política inmediata, mientras China apuesta por reconstruir confianza y consolidar su posición estructural en la economía global.