¿Qué hacer con el problemático módulo de fauna de la Minorista? La respuesta fácil, claro, es cerrarlo, evitar que allí se sigan vendiendo animales vivos –una práctica que debería quedar reducida solo a animales de producción y con controles estrictos– y que los comerciantes se dediquen otra cosa.
Pero la realidad es más complicada. Además del debate sobre condiciones sanitarias y bienestar animal, hay una discusión compleja sobre el futuro de los comerciantes, varios de los cuales tienen una tradición familiar en este negocio de más de 70 años. Pero, adicional a ello, en ese módulo de infausta fama –y que muchas veces termina convertido en chivo expiatorio para mostrar resultados ante el desbordado maltrato animal en la ciudad–, hay invertidos recursos públicos, comenzando por los $2.500 millones que puso el Área Metropolitana en 2019 para modernizar este sector de la plaza con la promesa de que se erradicarían totalmente las condiciones deplorables en las que vendieron animales durante décadas allí.
Hace dos semanas la Policía ambiental rescató allí 14 gatos, 17 patos, 29 hámsteres sirios y cuatro gallinas. El reporte que entregaron fue vago: señalaron que varios animales tenían baja condición corporal y señales de hacinamiento. Fueron llevados a La Perla.
El procedimiento abrió un interrogante mayor: ¿no hay nada más que pueda hacerse salvo rescatar cada tanto animales en mal estado de salud? ¿La Alcaldía no piensa medírsele a una solución de fondo?
Y es que, al menos bajo la óptica de la ciudadanía, nada parece haber cambiado en el módulo de fauna en los últimos seis años. La propia Personería reiteró a principios de este año que desde 2019 ese sector de la Minorista conformado por catorce locales ha sido objeto de múltiples denuncias por maltrato animal y condiciones deplorables, y que no evidenciaban cambios en el cumplimiento de normas sanitarias y de bienestar animal.
En los últimos cuatro grandes procedimientos que realizaron las autoridades en cabeza de la Policía Ambiental rescataron más de 200 animales desde 2020, incluyendo, además de perros y gatos, aves de todo tipo, como pericos australianos y cisnes negros, pero también conejos, hámster y mini pigs. Han encontrado animales con enfermedades infectocontagiosas, de la piel, de los ojos; en agonía y también muertos.
Sin desconocer la problemática histórica, Edison Alexander Palacio, gerente de la Cooperativa Coomerca, que administra la Minorista, asegura que las cosas sí han cambiado y que, según él, el mismo procedimiento de la semana pasada lo demuestra.
Según Palacio, los animales como patos y hámsteres que se llevó la Policía Ambiental en el último procedimiento de control no tenían enfermedades ni malas condiciones de salud, sino que se encontraban en jaulas pequeñas y en mayor número al permitido, o en otras palabras estaban sometidos a hacinamiento.
Palacio defiende que esto en sí es un “avance significativo”, pues el diagnóstico que les entregó la veterinaria que atiende el módulo y que validado por las autoridades dio cuenta de un estado higiénico sanitario aceptable, ningún animal con enfermedades infectocontagiosas en ese momento y un avanzado control de plagas.
De los doce módulos que aún venden animales vivos, Palacio aseguró que solo uno recibió amonestación durante el procedimiento por no tener condiciones higiénicas y sanitarias acordes.
Palacio señaló que en una reunión entre comerciantes posterior al operativo, éstos aseguraron que enfrentan un dilema con las jaulas, que fueron calificadas como inadecuadas por las autoridades, pero de las cuales no pueden desprenderse porque fueron adquiridas con recursos públicos y hacen parte del inventario de la plaza, a pesar de estar dispuestos a adquirir jaulas que cumplan con la normativa para tener a los animales.
   
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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