Tiene un gran dolor en el alma y para estas aflicciones no hay pastilla. Lo único que cierra una herida como la que se abrió en la vida de Rute Cardoso, la esposa de Diogo Jota, es el tiempo. Pero la cicatriz con la que quedará esta mujer de menos de 30 años dolerá siempre.
¿Cómo no? El amor de su vida, el hombre con el que se casó a finales de junio, salió de la casa donde estaban, junto a sus familias, para ir a trabajar, y ‘la parca’ —personificación de la muerte—, que nunca avisa, se le atravesó en un accidente de tránsito. De la alegría del buen cariño, pasó a sentir una tristeza profunda. Ambas emociones hasta el paroxismo.
Por eso el rostro desencajado, la mirada perdida, los ojos hinchados de tanto llorar, con las manos puestas sobre el cajón de madera clara, con una cruz de plata en la parte superior, en el que familiares y amigos cercanos llevaban el cuerpo sin vida del fallecido delantero del Liverpool hasta su última morada: el cementerio de la Catedral de Gondomar, localidad cercana a Oporto donde creció.
Rute, vestida de blanco, cargó el ataúd de su esposo con esa fuerza descomunal que solo tienen las matronas y que, seguro, en un tiempo será el pilar para sostener a sus tres hijos, todos tan parecidos al padre, cuando crezcan.
El féretro de Diogo Jota iba detrás del de su hermano menor, André Silva, quien era futbolista del Penafiel de Portugal. Los antecedía una procesión de gente: amigos, conocidos, que se acercaron a acompañar a Isabel Silva, la madre de los futbolistas, todo el tiempo en llanto, a darle la despedida a sus hijos.
La familia de los deportistas es muy conocida en Gondomar. No solo porque sus descendientes eran “famosos” y aparecían en televisión, sino por su don de gentes: son buenas personas.
Por eso el acompañamiento masivo de los habitantes del lugar a la ceremonia religiosa, dirigida por Manuel Linda, obispo de Oporto. El religioso les dedicó unas palabras a Rute e Isabel en su sermón: “Ver los restos mortales de un hijo debe ser un tormento mayor”, aseguró.
Sin embargo, también manifestó que iba a rezar mucho por ellas, así como por Dinis, Mafalda y Duarte, los tres hijos de Diogo Jota, para que tengan la fortaleza suficiente que les permita afrontar la ausencia del padre, del tío.
Llegó el mejor amigo
El futbolista portugués Rúben Neves, mejor amigo de Diogo Jota, prometió en una carta que publicó en sus redes sociales que, durante el resto de su vida, se encargaría de que a la familia del jugador del Liverpool no le faltara nada.
También dijo que se comprometía a no dejar que su nombre se esfumara de la memoria colectiva y que, en cada partido que disputara, estarían juntos, como lo hicieron desde que eran juveniles y compartieron en la Selección de Portugal.
Neves cumplió su palabra. El viernes jugó, con profunda tristeza, los cuartos de final del Mundial de Clubes con el Al-Hilal de Arabia Saudita, en Estados Unidos, y en la mañana del sábado estaba en Gondomar, llevando a su “hermano” del alma hasta el lugar donde reposarán sus restos.
La ceremonia religiosa también contó con la presencia de Roberto Martínez, seleccionador de Portugal; Arne Slot, técnico del Liverpool, así como compañeros de equipo tanto de Diogo como de André. Entre las personalidades del fútbol destacadas estuvieron Virgil van Dijk, Bernardo Silva, Darwin Núñez, Bruno Fernandes, entre otros. Todos acompañaron el dolor, la soledad, de Rute, Isabel y los familiares de los deportistas.
¿Liverpool pagará el salario de Diogo Jota a la familia?
Jota llegó al Liverpool en 2020. El cuadro rojo lo fichó después de un par de buenas temporadas con el Wolverhampton. Cuando lo contrataron, era uno de los mejores jugadores de la Liga Premier. Acordaron pagarle un salario de 9,8 millones de dólares al año. Con su fallecimiento, los directivos del cuadro inglés tomaron la decisión de continuar pagando a la familia del futbolista el sueldo por los dos años de contrato que le quedaban. Entregarán 19 millones, aproximadamente.
Además, los directivos dijeron que se encargarían de pagar los estudios de los hijos del futbolista, quien, con su carisma, se ganó el corazón de Anfield. Los hinchas llegaron a despedirlo con flores, globos y bufandas.
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