En un partido digno de las grandes noches europeas, el Barcelona y el Inter de Milán firmaron un emocionante empate 3-3 en el Estadio Olímpico de Montjuïc, en la ida de una de las semifinales de la Champions League. El duelo fue una montaña rusa de emociones, con golazos, errores, intervenciones del VAR y una tensión que se mantuvo hasta el pitazo final. Todo quedó abierto para la vuelta en el Giuseppe Meazza.
El Inter silenció al estadio apenas comenzando el encuentro. Al minuto 1, Marcus Thuram sorprendió a todos con un gol de tacón que dejó sin reacción a la defensa culé. Un gesto técnico de crack que encendió la ilusión de los nerazzurri. Y apenas veinte minutos después, Denzel Dumfries amplió la ventaja con un cabezazo imponente tras un tiro de esquina, confirmando que los italianos no venían a defenderse, sino a golpear primero.
Barcelona parecía desconcertado, sin respuestas claras ante el golpe táctico del equipo de Simone Inzaghi. Pero entonces emergió el niño prodigio. A los 24 minutos, Lamine Yamal, la joya de la corona azulgrana, apareció con su desequilibrio, talento y personalidad para recortar distancias. Fue más que un gol: fue un grito de rebelión. Con apenas 17 años, se echó el equipo al hombro y encendió la esperanza.
El impulso fue aprovechado por Ferran Torres, quien a los 38 minutos aprovechó un balón suelto en el área para marcar el 2-2 con un remate certero. El estadio rugió. Barcelona estaba de vuelta y el partido era un festival ofensivo.
En el segundo tiempo, cuando parecía que los locales tomarían el control definitivo, Dumfries volvió a brillar con un gol antológico: una chilena espectacular al minuto 63. El Inter se adelantaba nuevamente 3-2 y el asombro se apoderaba del público.
Pero la locura no terminó ahí. Apenas dos minutos después, en una jugada sin mayor peligro, el arquero Yann Sommer tuvo la mala fortuna de marcar en propia puerta tras un centro desviado, decretando el 3-3 definitivo. Fue un golpe anímico para los italianos, que rozaban una victoria histórica en suelo catalán.
Ambos equipos tuvieron chances para llevarse el triunfo. El Inter incluso celebró brevemente un cuarto gol, pero el VAR intervino para anular la acción por un fuera de lugar milimétrico. El Barça, por su parte, desaprovechó dos oportunidades claras de la mano de Raphinha en los últimos minutos.
Al final, el resultado dejó sensaciones mixtas. Para los culés, el sabor agridulce de haber encajado tres goles en casa y no haber sellado la remontada. Para los italianos, la frustración de dejar escapar una victoria que parecía escrita. El jugador brasileño Raphinha lo resumió con sinceridad: “La sensación es que podríamos salir con un resultado mejor. Otra vez hemos encajado muchos goles en casa y es inaceptable. Pero el Inter lo ha hecho muy bien. Sabíamos que en los córners son muy fuertes. Lo más importante es que vamos con un resultado que puede pasar de todo.”
El próximo martes 6 de mayo, el Giuseppe Meazza será el escenario del desenlace. Con un boleto a la gran final de la Champions en juego, y con dos equipos heridos pero llenos de talento, la promesa es clara: lo mejor aún está por venir.