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Arte en Medellín para curar las heridas del mundo: se abre la exposición Espesuras

Esta alianza del Parque Explora y el museo La Tertulia estará abierta al público hasta septiembre.

  • La exposición estará abierta hasta septiembre. Se realiza por la alianza del Parque Explora con el Museo La Tertulia. Tiene obras individuales y colectivas. FOTO manuel saldarriaga
    La exposición estará abierta hasta septiembre. Se realiza por la alianza del Parque Explora con el Museo La Tertulia. Tiene obras individuales y colectivas. FOTO manuel saldarriaga
hace 6 horas
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El viernes 23 de mayo el Parque Explora inauguró Espesuras, habitar un mundo herido, una exposición en colaboración con el museo La Tertulia, de Cali, donde se encuentran el arte, la ciencia y los conocimientos ancestrales.

“En este espacio buscamos encontrar nuevas maneras de ver lo ya visto, pues no existe una fórmula sobre cómo habitar un mundo herido. Nos quedan, siempre, y solamente, las preguntas”, dice el texto curatorial firmado por Carolina Chacón del Parque Explora y Melissa Aguilar de La Tertulia.

La exposición, que se creó como parte de la programación de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16), incluye obras de Astrid González, Atractor + Semántica, Camilo Echavarría, Carolina Caycedo, Leonel Vásquez, Dayana Camacho, Eblin Grueso, Eulalia De Valdenebro, Jorge Julián Aristizábal, María Buenaventura, Colectivo Zanjas y Camellones, María Fernanda Cardoso, Miguel Escobar, Naomi Rincón Gallardo, Nelson Fory, Tropenbos Colombia + Abel Rodríguez, Confucio Hernández, Diego Román, Henrique Hernández, Fabián Moreno y Wilson Díaz.

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Hay dibujos, esculturas, performances sonoros, videos, pinturas, artesanías, fotografías, libros que parecen ríos y cables que parecen selvas. Las obras nos hablan de la naturaleza y un montón de especies, del agua, del sonido, de los desastres naturales, del género y el amor, del conflicto, de las plantas y la alimentación, de la conquista, de la historia, del paso del tiempo y hasta de videojuegos. Además, las piezas nos hablan desde diferentes regiones del país, del Amazonas a Cundinamarca, pasando por el Chocó y el Cauca.

Como parte de la COP16, Espesuras se expuso primero en Cali y ahora viene a Medellín en una versión quizás más interactiva, acoplándose a la intención del parque que busca generar y acercar el conocimiento a partir de la emoción y la experimentación.

–El arte contemporáneo hoy no se hace una pregunta reduccionista, de qué cabe adentro del campo del arte. Más bien es un campo flexible, poroso, permeable y capaz de establecer conexiones con otros campos del saber y de la creación sin miedo a que esas cosas no quepan en ninguna categoría, dice Melissa Aguilar.

Se trata, pues, de generar diálogos, de mirar la naturaleza desde diversas perspectivas para así desnaturalizar discursos, comportamientos, ideas que parecen fijadas, empezando por la separación entre cultura y naturaleza, que reduce lo natural a recursos, a bienes susceptibles de extracción y control, para entender que la crisis climática no es solo un problema ambiental, es una crisis civilizatoria con raíces en la inequidad, como dice también el texto curatorial.

–El agua ha estado trabajando conmigo desde hace mucho tiempo y he estado en un proceso de acercamiento y de entendimiento de esta relación que hemos establecido con ella de forma instrumental. Para mí, la práctica del arte es una práctica que no es solamente de investigación y de creación, sino de transformación interior, y creo que durante tantos años que estuve trabajando en procesos ambientales y de activismo que me llevaron a encontrarme con el agua, me di cuenta que tenemos una relación rota con los cuerpos de agua y una relación rota con el agua es una relación rota con nosotros mismos porque somos agua, somos 70% agua, dependemos de ella, y si el 70% de lo que somos nos importa poco, si no le damos la atención y el trato que debería tener y lo llevamos a este nivel de instrumentalización, de lo que estamos hablando es de una crisis de valores súper profunda, dice Leonel Vásquez, uno de los artistas, que expone la obra Templo del agua de Sumapaz, una instalación de arte sonoro que da voz al agua.

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El agua también es el hilo conductor de las obras de María Buenaventura. Su trabajo parece navegar por el río Bogotá y en ese ir y venir, entre imágenes de archivo y mapas fluviales se encontró con el pez capitán, un pez propio del río Bogotá, registrado por Alexander von Humboldt hace 210 años –siendo la primera especie de pez de agua dulce descrita científicamente para Colombia–. Esta especie fue por años la protagonista de uno de los platos típicos de la capital: el sudado de capitán, pero hoy ya casi no se encuentra en el río y ha sido categorizado como vulnerable, debido sobre todo a la contaminación y la pérdida de hábitat en su área de distribución natural.

La obra incluye una investigación histórica y gráfica, sobre el pez, que va desde cómo se pescaba y se vendía en los mercados de la capital hasta cómo se preparaba.

Ese trabajó terminó por desembocar en otro que se pregunta sobre las formas de alimentación y cultivo en la sabana de Bogotá, una investigación que María Buenaventura hace al lado del colectivo Zanjas y camellones, que toma su nombre del objeto que estudia, el sistema ancestral de siembra a partir de zanjas y camellones, que permitía aprovechar las inundaciones de los humedales que hacen parte de lo que hoy conocemos como la reserva Van der Hammen.

Visto desde imágenes aéreas, este sistema traza unas figuras geométricas gigantescas en las sabanas, parece una especie de geoglifos. Tan es así que se ha especulado que son extraterrestres. En el contexto de la investigación se entienden los desarrollos tecnológicos pasados que hoy parecemos incapaces de comprender.

Mucho se ha hablado en los medios de la reserva Van der Hammen. Se trata de un territorio en disputa, cruzado por distinto intereses, pero, ¿qué tanto realmente sabemos de ese lugar? ¿Cómo podemos saber cuál es la mejor decisión?

Hay montones de preguntas por hacer, de eso se trata la exposición, de encontrar en esa articulación entre el arte, la ciencia y los conocimientos ancestrales, nuevas formas de ver lo que ya hemos visto, es decir, que volvamos a mirar para que nos hagamos nuevas preguntas.

La exposición propone algunas. Las paredes, entre en una obra y otra, están llenas de preguntas. ¿Dónde empieza una herida? ¿Qué heridas compartimos con la tierra y el agua? ¿Y si enfrentamos la herida desde formas de habitar distintas a la humana? ¿Cómo eliminar la distancia aparente entre lo humano y lo no humano? ¿Qué nos promete el progreso? ¿Qué nos arrebata? ¿Cómo se transforma la biodiversidad de un territorio en disputa? ¿Qué mundos posibles se esconden entre la espesura? ¿Cuáles voces podemos o elegimos oír?

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Las respuestas no se encuentran en las obras, pero dan pistas para imaginarlas, y ese es el único camino posible: imaginar, empezar a crear un mundo distinto, construido a partir de relaciones distintas entre los humanos y las demás formas de vida que habitan el mundo.

Dice el filósofo, psicoanalista y crítico cultural esloveno Slavoj Žižek, “soy pesimista en el sentido de que nos acercamos a tiempos peligrosos. Pero soy optimista por la misma razón. El pesimismo significa que las cosas se están complicando. El optimismo significa que estos son precisamente los tiempos en que el cambio es posible”.

Eso que dice el esloveno se percibe en Espesuras, se ve la herida abierta, se intuyen las causas y se invita a la acción, a hacer algo para que esa herida vaya cerrando. El optimismo está en saber que hay otros que están pensando en maneras de sanar, que nos proponen alternativas.

–La invitación es a pensar cómo podemos tomar acción para sanar y para cuidar lo que ya está, dice Melissa.

–Han surgido muchas conversaciones alrededor del título, habitar implica una responsabilidad, que es un poco el mensaje de Donna Haraway, que es un gran referente, no solo por su postura crítica a la misma ciencia, sino también por su cercanía al mundo del arte, dice Chacón.

“Acercarse a la herida, en este punto de la crisis planetaria, solo puede ser posible acogiendo la invitación de la filósofa Donna Haraway, quien nos exhorta a visitar los lugares heridos, no solo para nombrar el desastre, sino para generar vínculos reparadores. El desequilibrio actual nos urge a abandonar la idea de la excepcionalidad humana para adoptar una perspectiva de interdependencia en la que nada existe ni sobrevive en soledad”, dice el texto curatorial.

La invitación es a pensar con los otros y por los otros, humanos y no humanos. A construir vínculos, a mirar desde diferentes perspectivas, a valorar las distintas formas del saber.

“La recuperación aún es posible, pero solo en alianzas multiespecies, por encima de las divisiones asesinas de naturaleza, cultura y tecnología y de organismo, lenguaje y máquina”, ha dicho Haraway.

Espesuras, habitar un mundo herido puede ser una especie de primer paso en esa dirección de la recuperación.

La exposición estará abierta hasta septiembre de 2025. Durante su tiempo de exposición en Cali, en el museo La Tertulia, recibió más de 15 .000 visitas. Se esperan cifras similares en Medellín.

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