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Viajes, redes y diplomacia: el concepto de ‘Soft Power’ que encendió el debate sobre viaje de influenciadores a Israel

Experto señala que en momentos “de conflicto” se utiliza para consolidar una narrativa referente a una forma específica de manejar el poder. Los influencers defienden que hicieron el viaje para destacar las cualidades de Israel, como lo harían con cualquier destino.

  • Este viaje ha desatado fuertes críticas en redes sociales por el momento y al lugar en el que viajaron los influenciadores a Israel. Foto: Redes Sociales @_kikanieto
    Este viaje ha desatado fuertes críticas en redes sociales por el momento y al lugar en el que viajaron los influenciadores a Israel. Foto: Redes Sociales @_kikanieto
10 de noviembre de 2025
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La visita de un grupo de reconocidos influencers y figuras del entretenimiento colombiano a Israel desató una intensa controversia en redes sociales. El viaje —organizado por la Embajada de Israel y presentado públicamente como una oportunidad para “conocer la realidad del país”— fue interpretado por críticos como una estrategia de soft power orientada a mejorar la imagen del Estado israelí en medio de acusaciones internacionales de genocidio en Gaza.

En la delegación participaron la actriz Johanna Fadul; la influencer Kika Nieto; el actor Pedro José Pallares y su esposa, la presentadora y exreina Lucía Aldana; la presentadora María Clara Rodríguez; el actor Mauricio Mejía; el chef y jurado de MasterChef Colombia, Nicolás de Zubiría; y Daniela Vidal, entre otros. Algunos de ellos viajaron con sus hijos y destacaron en redes que se trataba de un destino “amigable para los niños”.

Sin embargo, y allí estuvo el punto del debate, al otro extremo de los sitios que promocionaron los influenciadores —el Mar Muerto, Tel Aviv o espacios religiosos asociados al turismo espiritual—, la situación es radicalmente distinta. En la Franja de Gaza, los sobrevivientes intentan reconstruir sus vidas en medio de la hambruna y los bombardeos que violan el reciente acuerdo de cese al fuego alcanzado después de dos años de un conflicto en escalada. No es para menos: las autoridades palestinas reportan más de 66.000 muertos en esos dos años, la mayoría mujeres y niños.

Para críticos y activistas, el contraste entre estas realidades es “cuestionable”: mientras el país vive una crisis humanitaria reconocida por organismos internacionales, el contenido difundido por los invitados resaltaba playas, gastronomía y paisajes bíblicos. En este contexto, la selección de los perfiles invitados ha sido objeto de debate. Varios de ellos construyen su identidad digital a partir de alusiones a la fe, la superación personal y la idea de “propósito”, un lenguaje que enmarcó buena parte de sus publicaciones del viaje.

Tras la oleada de críticas, Johanna Fadul fue la primera en confirmar que el viaje fue una invitación de la embajada. En un video aseguró que su desplazamiento tuvo un propósito espiritual y no político, que “no estaba apoyando un país genocida” y que perdió una campaña publicitaria por la polémica. También instó a su audiencia a “investigar el origen del conflicto” y calificó de “curioso” que la guerra ocurra en la Tierra Santa, la que vio nacer a Jesús.

En uno de sus clips en redes sociales, Johanna aseguró: “sí, esto es una guerra que pasa allá, entre ellos se matarán y ganará el que tenga que ganar”, haciendo más explícitas en su defensa y argumentando la necesidad de mostrar otra perspectiva del conflicto. Sus declaraciones profundizaron el debate. Mientras algunos usuarios la defendieron, otros señalaron una falta de sensibilidad frente a la tragedia humanitaria en Gaza.

Si bien las críticas se han centrado en el uso político de sus imágenes y relatos, también es cierto que los creadores de contenido conservan plena autonomía editorial sobre sus plataformas. Como cualquier figura pública, tienen derecho a viajar, aceptar invitaciones y publicar lo que consideren pertinente para sus audiencias. El debate, según las críticas, no gira en torno a su libertad para hacerlo, sino a las implicaciones éticas y comunicativas de participar en campañas diplomáticas en medio de un conflicto con profundas denuncias de violaciones a los derechos humanos.

¿Qué es eso del Poder Blando (Soft Power)?

El viaje también ha sido vinculado con prácticas de propaganda digital. Medios internacionales han documentado que el Gobierno israelí ha financiado contenidos proisraelíes creados por celebridades y tiktokers, con pagos superiores a 7.000 dólares por pieza. Para críticos, este contexto refuerza la percepción de que la invitación a los influencers colombianos forma parte de un engranaje global para disputar la narrativa sobre la guerra. En medio de un conflicto catalogado como genocidio por expertos en derecho internacional y denunciado por gobiernos y organismos multilaterales, estas prácticas de promoción son señaladas como mecanismos de “soft power” o el intento de diluir las acusaciones mediante campañas de relaciones públicas, viajes de prensa y contenido emocional producido por terceros.

Andrés Pinzón, analista geopolítico con experiencia en cooperación internacional, explica que el origen y el alcance del concepto de soft power, se trata de una noción clave para comprender las dinámicas de influencia entre Estados en el sistema internacional.

“Es importante recordar que es un concepto propio de la disciplina de las relaciones internacionales y que fue adquirido por primera vez por Joseph Nye y desarrollado posteriormente en un trabajo de él en el año 2004”, señaló el especialista.

Insistió en que este término, nacido desde el análisis teórico de las relaciones internacionales, busca “explicar diferentes dinámicas del sistema internacional”.

“El soft power es la capacidad de influir en otros Estados sin recurrir a la fuerza militar ni a la coerción económica, sino a través de la atracción”. Esa atracción, precisó, “busca una admiración de valores, de cultura, de sistemas políticos o de políticas exteriores”, y suele cobrar especial relevancia “en momentos de conflicto, para consolidar una narrativa referente a una forma”.

Según el experto, el soft power abarca “elementos tan discretos como la comida hasta elementos más tecnificados en donde involucra la cultura, las universidades, los medios de comunicación, las organizaciones no gubernamentales, empresas, etc.”.

Advirtió además que no se trata de una acción puntual, sino de un proceso sostenido: “No hay que tomarlo como una acción en específico que se queda hasta ahí, sino que es un concepto que, por los estudios que se han hecho, toma tiempo, suele ser sostenible, funciona de manera lenta, pero suele ser sostenible y es muy fácil de perder”.

El núcleo de esa forma de poder, explicó, está en la credibilidad: “El centro del soft power nace en la credibilidad. Si un país se contradice, si un país miente, si un país toma una política fuera de la narrativa de construcción de su soft power, destruye su reputación, que es el eje fundamental, y pierde esa capacidad de poder”.

Finalmente, el académico enfatizó que comprender el soft power requiere contrastarlo con el hard power: “El hard power va vinculado a temas militares y a temas económicos, y el soft power se centra principalmente en la cultura, en donde busca ser atractivo, los valores, en donde busca suponer una idea, como la democracia, los derechos, en donde sus ideas de política exterior son legítimas, y en donde lo más importante suele ser los principios de diplomacia pública”, finalizó.

Lea también: ¿Embajador García-Peña no será llamado a consultas? El cruce de versiones entre el presidente Petro y la canciller Villavicencio

Justamente esta narrativa es la que ha generado la polémica. ¿Por qué este viaje ahora en medio del conflicto que ha dejado miles de gazatíes muertos? La cifra sigue aumentando y el conflicto aún no cesa. EL COLOMBIANO intentó ponerse en contacto con varios influenciadores involucrados, entre ellos Nicolás de Zubiría, sin embargo, no dio respuesta a los mensajes enviados.

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