“Si el Senado no le hace caso al pueblo, me voy a amarrar al sillón con unas sogas a ver qué pasa. Me sacrifico”, fue la frase que lanzó el presidente Gustavo Petro ante una multitud que se agolpó este 1° de mayo en la Plaza de Bolívar, durante la conmemoración del Día del Trabajo y la radicación del texto de su consulta popular. No fue la única vez que aludió a la muerte.
Petro tomaba aire para lanzar sus acusaciones más duras contra el Congreso, al que responsabilizó directamente por las precarias condiciones laborales que enfrentan millones de trabajadores en Colombia. Cada frase encendida era respondida con vítores y arengas improvisadas desde la plaza, convertida en un escenario de fervor popular.
El presidente no escatimó en símbolos ni en gestos cargados de historia. Apareció ondeando una bandera poco común: con cuadros negros, blancos y rojos, la conocida como bandera de Guerra a Muerte del ejército libertador liderado por Simón Bolívar, un emblema de lucha.
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El mensaje del mandatario fue claro: llevar su batalla política “hasta las últimas consecuencias”. Aunque eso sí, fue enfático por primera vez en decir que no irá por la reelección y que el 7 de agosto de 2026 “se irá”.
“No me gusta siquiera reelegirme. ¿Cómo me van a meter otra vez en la tortura de ir otra vez a esa casa de cuartos fríos?”, dijo, en alusión al Palacio de Nariño.
La jornada despertó el sentimiento militante de luchas extintas. En las calles se veían las banderas del M-19 —vendidas como camisetas de fútbol colgadas en cuerdas sostenidas de árbol a árbol— colándose entre la multitud, junto con las alusivas a la Guerra a Muerte de Bolívar. Algunas ondeaban entre el público; otras estaban en la tarima.
Petro, durante su discurso, dijo que se trataba de la manifestación más grande de la historia de Colombia. Sin embargo, en las imágenes que el mismo publicó en redes sociales se veía una concurrencia similar a la de los tradicionales primeros de mayo.
Ese fue el tono de todo su discurso: desafiante y lleno de advertencias apaciguadas con humor. Petro llevó consigo la espada de Bolívar, que colocó frente a él como pieza central de su acto. Desde allí pronunció un discurso de una hora y nueve minutos, interrumpido una y otra vez por aplausos y ovaciones.
Su arremetida principal fue contra el Congreso. No ahorró adjetivos: llamó “vampiros” y “hp” a quienes han bloqueado sus iniciativas legislativas. Luego intentó matizar: “No he dicho ninguna grosería, ojo. HP: honorable parlamentario, periodista o político”, explicó entre risas.
La crítica al Congreso no fue genérica. Hizo advertencias directas y lanzó nombres propios. “El senador y el representante a la Cámara tienen que hablar de frente al pueblo, así que los quiero aquí, hablando entre esta manifestación. Si en una sesión del Senado a medianoche votan para decir no a la consulta, el pueblo de Colombia se levanta y los revoca”, advirtió.
También se refirió al presidente del Senado, Efraín Cepeda, con quien reavivó el pulso:“Decía Efraín Cepeda: ‘Oiga, pero si esas son las preguntas que ustedes presentaron, pues ahora sí podemos discutirlas en el Congreso’”.
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Ni el telón negro que cubría el Capitolio se salvó de la interpretación del presidente. Al notar su presencia sobre el edificio, Petro lo asumió como un gesto hostil:“El Congreso hoy está rodeado de negro. Como si esa institución no hubiese sido constituida por el voto popular. No nos pongan velitos negros de mortaja, el Senado y el pueblo tienen que hablarse de frente”, dijo.
En el cierre, recurrió a una retórica cargada de metáforas de guerra, paz y reconciliación: “Ojalá, por el bien de Colombia, por el bien de las instituciones de la Constitución del 91, por el derecho que tiene Colombia a dejar de vivir los cien años de soledad, a no ser una estirpe condenada bajo los cielos de la Tierra, por el derecho a ser un pueblo feliz, país de la belleza... el presidente de la República no solo deja las preguntas de la consulta popular, sino que le solicita al Senado permitir que el pueblo se exprese”.
Entre ataques, chistes, comités de aplausos y amenazas veladas, transcurrió el preámbulo de la presentación de su consulta popular. Como acto final, y no menos simbólico, el mandatario desenvainó la espada de Bolívar, provocando euforia y gritos entre los asistentes, muchos de ellos indígenas, adultos mayores, desempleados y ciudadanos movilizados desde distintos rincones del país.
Luego del discurso, el mandatario se dirigió al Capitolio en compañía de varios funcionarios de alto nivel, entre ellos el ministro del Interior, Armando Benedetti; el ministro de Trabajo; la directora del DAPRE y otros miembros del gabinete, donde radicó oficialmente el documento de la consulta popular.
En un acto sencillo, le dejó claro al Senado que si no se aprueba la convocatoria de la consulta popular, será el pueblo el que cobre la cuenta con democracia. Petro, acompañado también de voceros de los grupos sociales, entregó el documento al secretario general del Senado, Diego González, quien procedió a firmar el recibido, permitiendo la foto formal del mandatario.
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“Aquí llegamos con el ejército de Colombia, hoy ejército libertador. Aquí llegamos con el pueblo. Llegamos con el pueblo, con la espada al poder. Pero no es un poder para mí. El Senado de la República tiene su derecho a decidir. Pero lo que se va a decidir no es de poca monta”, señaló el mandatario.
En su corta intervención, agregó: “Llega la historia, y el Congreso de la República —específicamente el Senado— está convocado por la historia, no por Petro, no por el progresismo, por el pueblo que es su jefe, su mandante, su comandante”.
Y cerró afirmando: “Venimos con la espada, venimos con la guardia del ejército libertador, venimos con el pueblo. No vendremos armados otra vez, pero el pueblo vendrá por su poder”.