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¿Fico presidente?

hace 8 horas
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Por Alejandro De Bedout Arango - opinion@elcolombiano.com.co

El 30 de mayo fue una fecha decisiva para Fico: ¿renunciar a la Alcaldía de Medellín para lanzarse a la Presidencia, o quedarse y seguir gobernando? Desde afuera, no faltaron las presiones, los rumores ni las apuestas. Pero quienes lo hemos acompañado de cerca, quienes lo hemos visto trabajar por Medellín y conocemos al ser humano detrás del político, sabíamos que no se iba a ir. Cuando Fico da su palabra, la cumple.

Hoy, Fico es uno de los principales líderes de oposición al gobierno de Gustavo Petro. No ha guardado silencio ni se ha dejado doblegar. Ha enfrentado, con firmeza y argumentos, las malas decisiones del Gobierno Nacional. Y mientras en el país se desdibuja la institucionalidad, Medellín —bajo su liderazgo— se ha convertido en un bálsamo de esperanza, un ejemplo de orden, gestión y carácter.

Fico no es un recién llegado. En 2022, más de cinco millones de colombianos lo respaldaron en la primera vuelta presidencial, consolidándolo como una figura fuerte contra el populismo y la improvisación que hoy asola al país. Pero fue en 2023 cuando ese respaldo se transformó en mandato: cerca de 700 mil medellinenses lo eligieron nuevamente alcalde, una votación histórica. Fue un clamor ciudadano para rescatar la ciudad del desastre, la corrupción y la división. Ese voto no se traiciona.

Quedarse no fue solo una decisión política; fue un acto de carácter y principios. En un contexto nacional lleno de intereses personales y de campañas que empiezan y terminan sin cumplir, Fico optó por la coherencia: honrar su compromiso con Medellín.

No hubo cálculos electorales ni revisiones de encuestas. Nunca pensó en traicionar a quienes confiaron en él. Desde el primer día, su propósito fue claro: reconstruir una ciudad golpeada por el desgobierno, restaurar la institucionalidad y responder con hechos a una ciudadanía que espera mucho de él y de su equipo.

En un país donde las promesas se esfuman y las candidaturas se reciclan sin pudor, cumplir la palabra se ha vuelto la excepción. Por eso, lo que hizo Fico no es un acto menor: es una postura ética, una forma de hacer política coherente y con respeto por la ciudadanía.

Quedarse no es estar quieto: es resistir y avanzar desde lo local. Es entender que el cambio real comienza en las regiones, no en la Casa de Nariño. Medellín, tras años de mala administración, hoy tiene rumbo, orden y liderazgo gracias a una gestión que no negocia la confianza ciudadana como un capital político, sino que la asume como un deber sagrado.

Fico no está en campaña, pero su conducta manda un mensaje poderoso: el liderazgo auténtico no necesita alardes, se demuestra gobernando. Esa es la política que Colombia reclama: la que trabaja, la que cumple, la que respeta a la gente. Se mantuvo firme para trabajar por una ciudad que le ha dado todo.

Mientras desde el Gobierno se desfigura la democracia con caprichos y se ataca la Constitución por intereses personales, en Medellín hay un alcalde que ejerce la autoridad con responsabilidad, no con excusas. Fico usa el poder para servir, no para servirse.

Su compromiso no nace del ego ni de la ambición desmedida, sino de una convicción profunda: la política es un acto de servicio, y lo público es para la gente.

Hoy, Medellín respira distinto, a pesar de un presidente que ataca permanentemente a esta tierra paisa, generando odio y rencor. Fico es uno de los políticos con mejor imagen del país y el mejor calificado entre los alcaldes principales. Pero más allá de los números, está la calle, la gente, la confianza que se siente en el ambiente.

Colombia necesita más líderes que cumplan donde están, que no huyan de su responsabilidad buscando aplausos. Que se queden en lo local, donde el país los necesita. Porque construir una nación no comienza en Bogotá, sino en las regiones.

Y sí, Colombia también te está mirando, Fico. No como a un político más, sino como a alguien que se quedó cuando todos se iban. Que cumplió cuando era más fácil fallar. Que eligió servir, no figurar.

Tu momento llegará. Y cuando llegue, el país sabrá que la esperanza que derrotó al miedo empezó aquí en Medellín.

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