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Las medallas de latón

La cacareada Colombia Humana que preconiza el populista presidente tiene de todo, menos lograr los efectos para hacerla menos inhumana.

hace 11 horas
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  • Las medallas de latón

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Si, como sentenciaba Séneca, “la vida es una obra de teatro que no importa cuánto haya durado, sino lo bien que haya sido representada”, en Colombia esta interpretación de la vida a través del Estado, ha sido mal ejecutada, con actores mediocres que se tropiezan unos a unos en el escenario del drama nacional.

Es vergonzoso, en este teatro del absurdo que es hoy Colombia, que en el último informe de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano 2025, Colombia ocupe el tercer puesto en el mundo como país más desigual, solo superada por Sudáfrica y Namibia. Cayó del degradante puesto 83 a la aún más ultrajante posición, la 102. En el coeficiente Gini, que mide el grado de desigualdad, escoltan a Colombia, fuera de Sudáfrica y Namibia, países como Eswatini, Botswana, Zambia, Angola, Zimbabwe, Mozambique. Cómo estarán las cosas que Colombia supera en los índices de inequidad a países como República Dominicana, Surinam, Haití, Bolivia.

Y no había acabado de digerir el país las consecuencias de ese deshonroso título mundial, cuando la Agencia de la ONU para los Refugiados señalaba a Colombia como la quinta nación del mundo con más personas desplazadas, solo superada por Sudán, Siria, Afganistán y Ucrania. Otro grupo más de los que hacemos parte entre las malas compañías que en los últimos tiempos acompañan al país para exhibir sus deshonrosos escalafones de ruinas y miserias. Desde 1985, año del incendio del Palacio de Justicia por los viejos camaradas de Gustavo Petro, más de 7 millones de colombianos han tenido que huir del país. Una cifra que igualaría la población, sumadas, de Medellín, Cali y Barranquilla.

Las medallas de latón siguen desluciendo en el pecho colombiano. El 40% de la población más pobre recibe el 10% de los ingresos y el 10% de los colombianos más ricos obtiene el 45% de los ingresos totales. Si bien es cierto que tal situación viene de años atrás, también lo es que en el actual régimen se ha acentuado. La cacareada Colombia Humana que preconiza el populista presidente tiene de todo, menos lograr los efectos para hacerla menos inhumana. En vez de fijar políticas racionales de redistribución del ingreso, lo va concentrando más en las manos de los protegidos del petrismo que a diario multiplican los escándalos contra las desmirriadas arcas del Estado.

Para ir desatando la tormenta perfecta, se anuncia una nueva reforma tributaria, luego de haber arrasado con la regla fiscal, norma que evitaba la malversación del gasto del régimen populista, no austero sino derrochador. La forma como el Gobierno ha desfalcado el erario, ha abierto un hueco fiscal difícil de llenar. Será un proyecto tributario que podría servir para que sobre él la oposición a la doctrina petrista proponga alternativas diferentes a la de gravar más a las clases medias y populares, exhaustas de tanto pagar para aceitar una maquinaria oficial tan despilfarradora como corrupta.

Mientras el orden público y su fisco arden, la rabia crece y el lenguaje revanchista aturde y agobia. Y la desesperanza, dada la irresponsabilidad del Gobierno y de su clase dirigente, agota la solución civilizada.

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