El balance del sector de la construcción en Colombia sigue lejos de la bonanza prepandemia. Aunque 2025 muestra una leve recuperación frente a 2024, las cifras estructurales revelan un panorama frágil.
Es decir, menos viviendas vendidas, empleo comprometido y una prolongada recesión técnica. Así lo advierte Carlos Mario Gaviria, presidente de la Junta Directiva de Camacol y cabeza de la empresa antioqueña Conaltura, quien pone sobre la mesa el contraste entre un gremio golpeado por la falta de subsidios, el freno en los inicios de obra y los altos costos del suelo.
Por otro lado, una empresa que nada contra la corriente con ventas récord, expansión regional y una apuesta agresiva por sostenibilidad, confianza de marca e inversión inmobiliaria.
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Ad portas al cierre de 2025, desde su óptica como presidente de la Junta Directiva de Camacol, ¿cómo termina el año el sector de la construcción de vivienda?
“Estamos esperando tener un incremento en ventas relativamente bajo, que puede ser del 15% comparado con el año 2024. Sin embargo, si nos comparamos con las cifras históricas de los años 2021 y 2022, todavía hay mucha contracción del sector constructor. Es decir, podemos estar un 35% por debajo de lo que tuvimos en los años 2020, 2021 y 2022. Estaríamos muy abajo. Quizás podamos llegar a 170.000 viviendas vendidas, pero en esa época fueron cerca de 250.000.
Lo que más nos preocupa como sector es la generación de empleo, porque llevamos 31 meses consecutivos en terreno negativo en los inicios de obra. Y si los inicios de obra no se reactivan, la generación de empleo cada vez se compromete más, como sector y como país.
La última cifra que también nos deja preocupados es que llevamos nueve trimestres consecutivos con el PIB de la construcción de edificaciones en negativo. No estamos pudiendo aportar a la demanda agregada de la economía del país de manera importante. Y cuando se tienen tantos trimestres consecutivos negativos, uno puede decir técnicamente que estamos en una recesión técnica del sector de la construcción”.
En medio de este panorama, ¿cómo se encuentra su empresa Conaltura? ¿Ha logrado sortear estos momentos críticos que vive el sector de la construcción de vivienda?
“Es un tema completamente diferente en el caso de Conaltura. Nosotros estamos teniendo, históricamente, una mejora en ventas y en producción. Este año vamos a cerrar con un crecimiento frente a 2024 superior al 100%, alrededor del 104%. Nuestras ventas en las salas de negocios muestran un crecimiento muchísimas veces mayor que el del sector.
Básicamente, yo diría que esto se debe a una generación de confianza de marca y de respaldo. Son 35 años de actividad que estamos cumpliendo, y eso nos tiene muy contentos. El presupuesto que tenemos lo vamos a superar en un 40%, y comparado con el año pasado, el crecimiento es de más del 100%”.
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¿A qué cree que se debe ese buen momento de la empresa, en un contexto en el que el panorama general del sector es distinto al que vive Conaltura?
“Diría que son varios aspectos. Primero, tenemos una marca con respaldo, una empresa de muchos años, 35 años, que ha venido ganando espacio en el mercado. Segundo, tenemos una apuesta fuerte en todos los temas de sostenibilidad. Todos nuestros proyectos incorporan criterios de sostenibilidad y cuentan con certificaciones. Nuestros compradores están, más o menos, entre los 25 y los 40 años. Son personas jóvenes que hoy en día tienen una fuerte inclinación por proyectos que les ofrezcan beneficios ambientales y eficiencias en los consumos. Como esto no es algo ficticio, el tema de la sostenibilidad ya les hace sentido a la hora de tomar una decisión de compra.
Lo tercero es que tenemos una oferta muy variada. Contamos con proyectos de vivienda desde poco más de $100 millones hasta $600 millones o $700 millones. Creemos que tenemos un intervalo amplio, donde caben familias con ingresos de uno y medio o dos salarios mínimos, y también aquellas que pueden adquirir viviendas de mayor valor, con ingresos más altos. Esto nos da un abanico importante. Por último, tenemos una expansión geográfica con proyectos muy exitosos en Barranquilla y Bogotá. La empresa ya no es solo antioqueña. Hoy tenemos un complemento de oferta importante en Barranquilla y en Bogotá, además de proyectos comercialmente muy exitosos en Medellín. También tenemos vivienda en Cartagena y en Cali.
Todo ese portafolio va sumando y nos va llevando a estos números. Además, Conaltura es una empresa que le está generando confianza a los inversionistas. Tenemos varias estrategias y canales especializados en inversión, y creo que eso es interesante para quienes quieren comprar uno, dos o tres apartamentos y ven un buen momento para invertir en vivienda”.
Este año, ¿cómo han vivido la crisis los subsidios de vivienda, tanto desde su empresa como desde el gremio, teniendo en cuenta que muchas familias en Colombia dependen de estos apoyos para poder comprar vivienda?
“Con la eliminación prácticamente de los subsidios de vivienda a partir del 16 de diciembre de 2024, el Gobierno nacional truncó el sueño de cerca de 70.000 familias colombianas de tener vivienda. Nosotros, como empresas, veíamos venir esta situación desde tiempo atrás, quizás desde 2023. Por eso empezamos a buscar estrategias diferentes para poder seguir vendiendo vivienda con subsidios, pero no los del Gobierno nacional, como Mi Casa Ya.
Entonces comenzamos a hacer alianzas, como está ocurriendo hoy, con municipios y departamentos. Se habla de ciudades como Medellín, Bogotá, Barranquilla, y de departamentos como Antioquia y Atlántico, entre otros. También activamos de manera muy fuerte los subsidios de las cajas de compensación familiar.
Para evitar desistimientos, porque vender con Mi Casa Ya se convirtió en un desistimiento casi seguro, optamos por buscar otras posibilidades. Además, adecuamos y modificamos nuestras formas de pago para que las familias tuvieran mayor acceso a la vivienda. Sustituimos unas herramientas por otras, porque en 2023 y parte de 2024, como empresa constructora Conaltura, tuvimos una gran cantidad de desistimientos, y queríamos que eso no se repitiera en 2025. Por eso buscamos fórmulas sustitutas, tanto desde nuevas formas de pago como a través de alianzas con cajas de compensación y con entidades municipales y territoriales”.
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Pasando al tema local, Medellín y el Valle de Aburrá enfrentan problemas complejos de oferta de vivienda, costos y suelo, además de dificultades de planeación. ¿Qué lectura hace, como empresario, de esta realidad que vive el área metropolitana?
“Hay una generalidad que se escucha, y es que la vivienda está en precios muy altos y que estos se han incrementado fuertemente. Eso, digamos, es ajeno a nosotros, porque quisiéramos que la vivienda fuera mucho más favorable en términos de precio. Lo que pasa es que en Medellín, y hablando de esta región antioqueña y del área metropolitana, primero, la tierra es escasa. Segundo, los propietarios de la tierra tienen valoraciones muy altas del metro cuadrado de lote; es decir, el precio de la tierra es elevado. Tercero, hay planes de ordenamiento territorial, como el caso de Medellín, que no ayudan mucho en términos de poder generar una mayor oferta de vivienda.
Medellín, en este caso, es consciente de la situación y, como gremio, desde Camacol Antioquia estamos colaborando con Planeación y con el Municipio en la revisión del POT, para ver cómo nos permite que los proyectos sean viables. Hay un pago que se llama obligaciones urbanísticas, que es muy costoso, pues muchas veces el valor de esas obligaciones tiene un precio similar al del lote. Es un costo indirecto. Toda esa escala de costos, de norma y de tierra, se tiene que traducir definitivamente al precio de la vivienda, es decir, al comprador.
Todo esto lo estamos analizando desde el gremio, para ver cómo logramos flexibilizar y mejorar estos temas. Esa es parte de la dificultad que se tiene para poder construir vivienda de manera mucho más económica en esta región de Antioquia”.
¿Cómo proyecta el 2026 para el sector y para su empresa, teniendo en cuenta que será un año electoral?
“Creemos que en 2026 el comportamiento de las ventas de vivienda puede moverse en tres escenarios: uno conservador, uno realista y uno optimista. En el escenario conservador, la venta de vivienda a nivel nacional podría incrementarse en un 5%. En un escenario realista, entre un 7% y un 8%, y en un escenario optimista, alrededor de un 12%. Es un crecimiento relativamente moderado, porque cuando nos comparamos con 2021 y 2022, todavía seguimos con un sector en contracción. Somos optimistas en que haya un cambio de gobierno y que se permita revisar la política pública de vivienda, para dar más impulso al desarrollo nacional desde el presupuesto del Fondo Nacional de Vivienda, de modo que se pueda reactivar lo que llamamos Mi Casa Ya 2.0.
Como gremio, esa es la apuesta que estamos haciendo, junto con la necesidad de mejorar la parte normativa y la producción. A nivel nacional, el mensaje es resistir y ser resilientes en este periodo que falta. El año entrante, al ser electoral, no será fácil, pero estimamos que, si resistimos estos tres años largos, podremos superar 2026 con la expectativa de que mejoren las condiciones económicas del país.
Entendemos que hay un déficit fiscal muy fuerte, que va a limitar la inversión del Gobierno nacional en vivienda. Esperamos que se reactive la actividad y que no sigamos en terreno negativo en los inicios de obra, que hoy avanzan de manera lenta. Ojalá el próximo año los inicios de obra entren en positivo, porque llevamos 31 meses consecutivos cayendo en ese indicador.
Por el lado de la compañía, en Conaltura estamos estimando cerrar este año con cerca de $1 billón en ventas. Para el año entrante, creemos que tendremos un presupuesto que se incremente entre un 10% y un 15%, es decir, alrededor de $1,1 billones en ventas brutas. No será un crecimiento como el de 2025, que fue superior al 100%, sino un crecimiento más moderado, entre el 10% y el 15%. Vamos a seguir lanzando proyectos y nuevas etapas, apostándole a la economía y generando empleo. Como compañía, tenemos un poco más de 600 colaboradores directos y generamos alrededor de 6.000 empleos indirectos. En total, cerca de 6.800 familias dependen del ingreso que genera Conaltura.
Estamos en el pico máximo histórico de producción de vivienda, construyendo alrededor de 5.000 viviendas que se entregan entre este año y el próximo. Seguimos con números históricos para la compañía”.
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¿Qué otras estrategias están ejecutando?
“Además, una de nuestras estrategias es facilitar el acceso a vivienda propia para nuestros colaboradores. En 2025 logramos que 65 colaboradores directos tuvieran la posibilidad de comprar vivienda, y estamos trabajando para que en 2026 al menos 100 colaboradores más accedan a vivienda propia. Ese es un reto importante para nosotros, y para ello desarrollamos programas internos de bienestar. En sostenibilidad, también tenemos aportes relevantes. Hemos mitigado más de 9.500 toneladas de CO2 y avanzamos en estrategias de sostenibilidad. Para 2026, el reto es empezar a trabajar en proyectos descarbonizados, en línea con la hoja de ruta nacional de edificaciones neto cero carbono.
Este año, además, obtuvimos una recertificación de un reconocimiento internacional como empresa certificada, siendo la única empresa constructora grande con este sello. Todo esto hace parte de una estrategia de sostenibilidad, bienestar para nuestros colaboradores y de seguir desarrollando proyectos y apostándole a la economía regional y nacional”.