El expresidente Álvaro Uribe pidió de todas las formas posibles marchar en silencio, pero esta vez no le hicieron caso. La multitud quería gritar sus cosas; reclamarlas, repetirlas, corearlas. Gritaron su apoyo a Miguel Uribe, pero también pregonaron los “fuera Petro” y los “abajo las reformas y la consulta”. De silenciosa tuvo poco la marcha convocada este domingo 15 de junio, pero sí fue pacífica y masiva.
Como era de esperarse, Medellín fue una de las ciudades con mayor participación en la llamada marcha del silencio convocada por diferentes sectores políticos, principalmente para pedir por la salud del senador Miguel Uribe y por el fin de la violencia política, pero también para mostrar el músculo de la oposición en las calles. Según el Puesto de Mando Unificado marcharon alrededor de 50.000 personas en la capital antioqueña.
Desde antes de las 10:00 de la mañana, hora en la que estaba pactado el inicio de la marcha en la clínica Soma, en el corazón de la avenida Oriental, cientos de personas aguardaban ya el rosario con el que querían bendecir la movilización ciudadana. Fue un momento solemne en el que desde un megáfono se dirigió la oración que devotamente siguieron los asistentes ataviados de blanco, con camisetas de la selección Colombia, portando banderas con el rostro de Miguel Uribe, de Colombia y Antioquia.
Los manifestantes descendieron a buen ritmo hasta La Alpujarra, de manera tranquila salvo los sobresaltos causados por la aparición del expresidente Uribe, fuertemente escoltado, quien desde un principio intentó recordarle a la ciudadanía presente que el propósito de la movilización era pronunciarse con su presencia pero no con palabras ni gritos, un objetivo que ni el exmandatario, aclamado entre el público, pudo lograr, porque en varios momentos la gente se mostró dispuesta a hacerse sentir y unirse a lo largo del recorrido para denunciar la presunta persecución política del gobierno Petro a la oposición, y lo que calificaron como un momento de quiebre en el país para defender la democracia y la Constitución.
También hubo revuelo con la aparición del gobernador Andrés Julián Rendón, cuya presencia fue celebrada a lo largo del recorrido, y a quien más de una vez le pidieron “cuidarse” para liderar un proyecto político de país después de 2030.
La masiva asistencia en la capital antioqueña disipó las dudas sobre la respuesta que alcanzaría la convocatoria, justo en un día del Padre. Eduardo Payares, su esposa Vivian Correa, sus tres hijos, dos nueras y nieto llegaron al punto de partida desde las 9:00 a.m. y hasta el punto final, en el Parque de las Luces, pidieron por los integrantes de la fuerza pública y los campesinos que actualmente viven en carne propia el recrudecimiento del conflicto en varias zonas del país por cuenta de los enfrentamientos entre el Clan del Golfo, las disidencias y el ELN. Recordaron a la patrullera María Alejandra Vieda, asesinada en Valdivia en medio de un ataque del ELN, lamentando que después de la firma del Acuerdo de Paz y de la esperanza de que ningún otro joven volviera a morir en el país en medio de un conflicto con grupos guerrilleros, todavía cientos de familias entierren a sus hijos por la violencia reciclada que ha aumentado en regiones como Antioquia, Catatumbo y Cauca.
La imagen de familias enteras fue una constante durante la jornada. Abuelos caminando pacientemente a su ritmo apoyados en hijos y nietos y hasta las mascotas intentando andar al paso de la marcha, bajo una temperatura que al mediodía alcanzó los 28 grados centígrados.
La marcha en Medellín fue también práctica. Una vez al llegar al Parque de las Luces los asistentes empezaron a disgregarse rápidamente, la respuesta generalizada es que no querían dejar pasar el día sin hacerse sentir en medio de una jornada que movilizó a miles de ciudadanos en al menos 30 ciudades y municipios. Pero que también querían aprovechar el día para las tradicionales celebraciones. Así que el Parque de las Luces, que por un momento amagó a colmarse con el flujo que descendía por San Juan, se llenó de una mancha blanca que se disipó rápidamente mientras desde una tarima algunas figuras del Centro Democrático anunciaban el orden de lo que quedaba de jornada: primero una oración de un pastor, luego otro rosario y después algunas arengas políticas. Para entonces quedaban solo unas decenas de familias y personas que integraban algún grupo organizado, como los veteranos de la fuerza pública, varios de los cuales destacaron (o desentonaron) con la pinta y postura generalizada de los asistentes luciendo prendas militares, espadas colgadas y algunas pancartas subidas de tono en contra del presidente, figuras políticas de orillas que no encajaban propiamente con el mensaje de paz que intentó promulgarse en la marcha.
En el Oriente antioqueño también hubo nutrido apoyo a la llamada marcha del silencio. La más grande movilización la tuvo Rionegro, acompañada por el gabinete de la alcaldía y el consejo municipal. En El Retiro, La Ceja y Marinilla también hubo una importante asistencia. En otras subregiones del departamento no se reportó mayor participación.
