San José de la Montaña es un pueblo que se recorre despacio. Las casas conservan fachadas coloniales, las calles son tranquilas y el paisaje se abre hacia el Páramo de Belmira. En el Norte antioqueño es uno de esos municipios que se nombran cuando se habla de turismo rural porque es pequeño, ordenado y silencioso. Aquí casi todo pasa a un ritmo conocido, y los negocios, más que simples locales, son puntos de encuentro.
Le recomendamos leer: En ocho regiones de Antioquia van a pavimentar 537 kilómetros de vías
En uno de ellos, mientras el día avanza sin afán, se escucha la advertencia: “Bueno, vamos a iniciar con la entrevista. La intención es que me cuentes la historia de este negocio y tu experiencia como emprendendor”. No es una escena preparada ni solemne. Es una conversación sencilla, como tantas que ocurren en San José. Al frente está Santiago de Jesús Areiza Zabala, ferretero, comerciante y uno de los nombres que hoy se repiten cuando alguien necesita construir, arreglar o resolver algo en el pueblo.
Santiago no nació aquí. Viene de Yarumal y llegó a San José en mayo de 2010, después de casi dos décadas trabajando como jornalero en una ferretería. El traslado no fue un salto al vacío, sino una lectura atenta del territorio. “Un cliente me dijo que aquí había pocas ferreterías y muchas necesidades sin resolver. Entonces decidí probar suerte, y realmente fue una buena decisión”, cuenta.
Arrancó con poco capital y con la idea de traer lo que la gente pedía, y llevarlo hasta donde hiciera falta. Desde el comienzo, la ferretería sumó algo que no era común en el pueblo y fue el servicio a domicilio, atención a las veredas y una oferta que fue creciendo al ritmo de los clientes. Así empezó a tomar forma un negocio que hoy es parte del día a día de San José de la Montaña. “El fuerte de nosotros ha sido la innovación, acá no existía un domicilio ni atención personalizada, lo que yo he querido es que las personas encuentren todo lo que necesitan”, continúa.
Hoy, la ferretería vende desde un tornillo hasta todo lo necesario para levantar una casa. Cemento, varilla, bloque, arena, cerámica, hacen parte del portafolio. Nada se vence, nada se pierde. “Eso es lo bueno de este negocio”, dice Santiago, que conoce el oficio desde abajo. Para responder a la demanda, el proyecto creció también en infraestructura y con un camión turbo para los domicilios, que llegan no solo al casco urbano sino a las veredas de San José y a municipios vecinos.
El acompañamiento de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia ha sido parte de este proceso. “Antes uno pensaba que la Cámara era solo impuestos. Hoy nos enseñan a organizarnos mejor, a atender al cliente y a crecer”, explica. Para Santiago, ese respaldo ha sido clave.
También le sugerimos: Con la liquidación de Everfit, ¿cuántas empresas centenarias quedan en Medellín?
Los planes siguen. Frente al local hay un solar que proyecta convertir en una sala de exhibición de cerámicas y acabados. “La idea es que la gente venga, se antoje y encuentre todo aquí mismo. A mí esto me apasiona y es una forma de compartirlo también”. Pensar a largo plazo, moverse, no quedarse quieto. Así entiende Santiago el comercio y así se ha ido ganando un lugar en el pueblo.
Regístrate al newsletter